jueves, 27 de marzo de 2008

POBREZA Y HAMBRE: ANTES, DURANTE Y DESPUÉS…


Por Claudia Santos (República Dominicana), Josefa Guerra, Reina Olmos, Yelitza Vásquez (Venezuela), Maude Cheri Rachelle (Haití) y Ramón Barreras (Cuba)

Varios documentos reseñan que el mundo produce ahora muchos más alimentos de los necesarios para atender las necesidades de todos sus habitantes, y sin embargo 840 millones de personas -casi una de cada siete- no pueden alimentarse debidamente. La mayor parte de ellas viven en Asia meridional y África Subsahariana.

El hecho de que el hambre sea hoy un problema de dimensiones tan ingentes no encuentra explicación lógica posible. A escala mundial, existe la tecnología necesaria para permitir a los agricultores continuar produciendo excedentes de alimentos. Esto, unido a un cambio rápido en los hábitos alimenticios, ha hecho que la obesidad se convierta en uno de los problemas de salud de más rápido crecimiento en los países tanto desarrollados como en desarrollo. Los sistemas de información permiten conocer dónde se necesitan alimentos. Y hay medios para transportarlos rápidamente a cualquier lugar del mundo.

La existencia del hambre en un mundo caracterizado por la abundancia no sólo es una vergüenza moral; es también una torpeza desde el punto de vista económico. Las personas hambrientas no son trabajadores productivos, tienen dificultades para aprender (si es que van a la escuela), son propensos a la enfermedad y mueren jóvenes. El hambre se transmite también de una generación a otra, ya que las madres mal alimentadas tienen hijos con peso insuficiente, con mermada capacidad para la actividad mental y física. La productividad de los individuos, y el crecimiento de las naciones, se ven gravemente comprometidos por esta lacra. El hambre genera desesperación, y las personas hambrientas son fácil presa de quienes tratan de conseguir poder e influencia mediante el delito, la fuerza o el terror, lo que pone en peligro la estabilidad nacional y mundial. Por ello, la lucha contra el hambre responde a los intereses de todos, tanto ricos como pobres.
Para el análisis debemos partir que por razones obvias, el objetivo de mayor interés es el que plantea: Erradicar la pobreza extrema y el hambre.

La argumentación de la UNU para situarlo con el mayor grado de prioridad responde a que “sigue siendo una realidad cotidiana para más de mil millones de seres humanos que subsisten con menos de 1 dólar por día. El hambre y la malnutrición afectan a un número poco menor de personas, pues hay: más de 800 millones de personas cuya alimentación no es suficiente para satisfacer sus necesidades energéticas diarias. En el caso de los niños pequeños, la falta de alimentos puede ser peligrosa porque retarda su desarrollo físico y mental y pone en peligro su supervivencia. Más de una cuarta parte de los niños menores de 5 años de los países en desarrollo sufren de malnutrición”.”Superar la pobreza y el hambre –argumenta el propósito- es un objetivo alcanzable. En Asia se han logrado reducciones espectaculares de la pobreza: el número de personas que viven con ingresos inferiores a 1 dólar por día se redujo en casi 250 millones entre 1990 y 2001, que fue un período de rápido crecimiento económico. En los 10 últimos años, el hambre se redujo en un 25%, como mínimo, en más de 30 países. De los cuales, 14 se encuentran en el África Subsahariana, la región más afectada por el hambre y la malnutrición”.
En tal sentido, la metas son “Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar por día”, y “Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que padecen hambre”.

Cuando cada vez más nos acercamos a la fecha señalada (sólo faltan 7 años, lo que es igual a 2 mil 555 días) muy poco se ha avanzado en ese sentido. También por razones obvias, vamos a circunscribirnos en el análisis a nuestra región geográfica. Se plantea hoy que América Latina y el Caribe tiene 53 millones de personas padeciendo hambre, cifra que representa de manera aproximada el 10 por ciento de la población total. Casi todos ellos sobreviven con ingresos inferiores a 1 dólar diario.

Muy pocas naciones han cumplido el primer Objetivo del Milenio. Con el reconocimiento oficial de la ONU sólo está Cuba, país pequeño, agredido económicamente, pero con un proyecto social coherente y una voluntad política y gubernamental demostrada en ese sentido con resultados prácticos palpables.

Para los demás continúa siendo un reto, una añoranza. De los que integramos este equipo, puede mencionarse que Venezuela da pasos muy positivos en ese sentido, con la materialización de un grupo numeroso de misiones que favorecen el mejoramiento social. República Dominicana da pasos, aunque resultan insuficientes. El panorama azteca es deprimente. Lejos de disminuir el hambre y la pobreza aumenta a pasos agigantados, unidas a la elevación del espiral de violencia, el fortalecimiento del narcotráfico y otros muchos males que aquejan a esa sociedad. La situación haitiana es, sin dudas, la más preocupante. Considerada la nación más pobre del continente, presente una situación social en extremo preocupante, con altos niveles de desnutrición y pobreza en grado extremo, elevada tasa de mortalidad infantil (consecuencia) y pésimos indicadores de salud y desarrollo social.


Se infiere por tanto, que poco se ha avanzado en el área en la materialización de los Objetivos del Milenio, y específicamente, del primero y más importante, concebido sobre la base del elemental derecho humano a la alimentación y el sustento con ingresos decorosos a partir del aporte a la sociedad de cada quien.


NO ES TARDE


En este sentido, el 2006 Kofi Annan[1] afirmaba que no es tarde para plantearse el cumplimiento de las metas del milenio contra el hambre, cuyo éxito no llegará de manera súbita, sino con trabajo continuo. Declaró como posible el logro de los objetivos, con el doble incremento de la asistencia para el desarrollo a nivel mundial. Su afirmación sustentaba la importancia de arreciar la creación de fuentes de empleo, alternativas para la capacitación y para la salud.

LA CUMBRE

La Cumbre sobre la Alimentación celebrada el 1996, promovida por la FAO y a la cual asistió un grupo numeroso de mandatarios de los países del mundo, significó una esperanza para los más de 840 millones de hambrientos del planeta.

¿Qué ha ocurrido desde esa fecha?

Los esfuerzos no han sido suficientes La FAO, organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, con un perfil profundamente humanitario, ha sido la abanderada de la lucha contra el hambre, pero poco respaldo político y gubernamental ha encontrado en quienes allí prometieron apoyarla con programas y planes concretos en sus respectivos países y regiones.

El aporte substancial de la CMA, en conjunción con labor activa de la FAO se centra en el hecho de lograr incrementar la concientización mundial en torno al complejo problema del hambre, cuyas vinculaciones causales, tal como lo aprecia Rivero[2] involucran razones económicas, políticas, educativas, religiosas y culturales, que requieren , a nuestro criterio un abordaje muy profundo.

A nuestro juicio la voluntad política de las naciones es el reto a vencer, dentro del llamado reto del milenio, pues para cumplir el cometido de reducción del hambre, se hace imperativa la creación de alianzas reales que involucren el compromiso de producir suficientes alimentos y los correspondientes mecanismos de accesibilidad para quienes padecen de hambre de manera crónica o en situaciones variables de agudeza. Estos acuerdos fueron subrayados en el 2002, en la Cumbre Mundial de Alimentación: cinco años después, que enfatizó la necesidad de lograr una real provisión mundial para 400 millones de personas confiando en la meta anteriormente trazada para el 2015. En presencia de representantes de 179 países (73 de ellos eran mandatarios) se precisó la elaboración intergubernamental de directrices voluntarias, para establecer una plataforma internacional que garantice el derecho a los alimentos a la población del planeta.
De igual modo en esa fase de la CMA[3], cinco años después, se recomendó a los países en vía de desarrollo a invertir más en la producción alimentaria agrícola y la contribución voluntaria para el Fondo Fiduciario de la FAO a fin de proveer programas alimentos a los menos favorecidos. Asimismo se logró 45 nuevos países firmantes para el tratado filogenético para la alimentación y la agricultura logrando así sumar 56 naciones. Este convenio tiene la intención de proteger a los agricultores y de garantizar la utilización sostenible de los recursos filogenéticos.

En esta revisión de los avances de la Declaración del Milenio se abordó de manera relevante la participación del sector privado, en alianza con los organismos internacionales y el sector público, para así alentar el crecimiento de la agricultura y la agroindustria en los países menos desarrollados. Asimismo se exhortó a los parlamentarios de las naciones a garantizar un marco jurídico que establezca el derecho a la alimentación. En Venezuela, por ejemplo, el Derecho a la Alimentación está consagrado en la Constitución como un derecho humano fundamental vinculado estrechamente al derecho a la vida, desde 1999 (tres años después de la formulación del reto). En ésta se establece que el Estado debe garantizar la alimentación al pueblo venezolano con las características de accesibilidad, disponibilidad y precios justos, fundamentado en el impulso de la producción nacional, pero aún así falta mucho por vencer, pues la indigencia ya parece ser parte del modo de vida de un gran número de venezolanos

Como elementos innovadores se planteó, igualmente. desarrollo rural y la participación de la mujer, aspectos que ya hemos visto madurados en programas como Hambre Cero en Brasil, Oportunidades en México y en el caso de Venezuela con el sistema de microcréditos empresariales para las madres pobres, además del subsidio para las amas de casa en condiciones extremas.

La tarea es ardua, pero la FAO ha asumido una meta fundamental que es el eje de sus motivaciones y que ha sido expresada por el director general Jacques Diouf[4], pues tiene una misión de “garantizar la seguridad y la suficiencia a largo plazo de los suministros alimentarios en el mundo y procurar que todos los seres humanos tengan suficientes alimentos que llevarse a la boca cada día de sus vidas”.En este sentido la organización se ha planteado dos vías de solución al problema, por un lado aunar el incremento de la producción entre los pequeños productores, y por otro ayudar de inmediato a los más pobres y que más hambre sufren.

En el centro de ese empeño está el Programa de lucha contra el hambre, la Alianza contra el Hambre y numerosos programas e iniciativas, entre las cuales está la de América Latina y el Caribe sin Hambre – 2025. Correspondería una rectoría internacional que establezca la obligatoriedad de atención a los ciudadanos que padecen de hambre y a la inversión en programas de garantización alimentaria que promuevan el valor de las manos de los desposeídos, tanto como de obra, así como receptores directos de los beneficios agrícolas., para mitigar sus necesidades.

ALIANZAS: PODEROSOS MEDIOS CONTRA EL HAMBRE

En la entrevista que concedió el ex Presidente Federal alemán Johannes Rau[5] a la FAO, hace un llamado a que se unan más Estados a la Alianza Internacional contra el Hambre, pues es importante renovar los esfuerzos para luchar contra este flagelo, debido a que son muchos los que aún mueren por su causa. Las alianzas contra el hambre, determinó Rau, pueden ser un poderoso medio en la lucha contra el hambre; alentó, además, a los medios de comunicación, a los grupos en pro de los derechos humanos y a las personas afectadas por el hambre, a citar lo que expresó en la entrevista para la FAO, como un aporte más a favor de esta lucha.

Este llamado de Rau debemos asumirlo como una motivación para cada uno de nosotros como comunicadores y como personas conscientes de que todo aporte o colaboración vale y es necesaria para terminar con el hambre que sufren muchas personas, especialmente niños, en el globo terráqueo, quienes llevan consigo innumerables secuelas que se reflejan tanto en la vida y en la salud, como en el desarrollo de sus pueblos.


“Debemos mantener la mirada fija en nuestro objetivo: un mundo sin hambre”, expresó el ex Presidente Rau, cuando se le interrogó sobre si tenía alguna advertencia o consejo para quienes integran la Alianza Internacional contra el Hambre. Hemos de tener “paciencia, resistencia, un gran compromiso y persuasión” en la lucha contra el hambre, recomendó. He ahí un consejo que nos sirve a todos para combatir el hambre: Alianzas Internacionales, Estados, comunicadores, población del mundo en general. Es esta una exhortación que si la recordamos siempre, podría servirnos para no desfallecer en este trabajo difícil de tratar de erradicar el hambre de la faz de la tierra; especialmente, es importante mantener la mirada fija en este objetivo.

Rau exhorta en la entrevista a que las naciones no toleren casos de hambre dentro de su circunscripción, e invita a la comunidad internacional a establecer prioridades de ayuda destinada a las necesidades reales de quienes padecen hambre, y, propone para lograr los Objetivos del Nuevo Milenio, la asociación entre grupos de países más ricos y más pobres; interdependencia de gran envergadura tanto para los donantes como para los beneficiarios. Como estrategia importante, a más largo plazo, se pronunció en el sentido de emplear los recursos disponibles en cada país para el desarrollo social y económico.

Todo lo expresado por el ex Presidente Rau, en la entrevista se traduce en un mejor y más efectivo trabajo en la lucha contra el hambre, se traduce en ir a la praxis y no quedarse tan solo en propuestas y compromisos verbales, si queremos lograr el objetivo de un mundo sin hambre; este llamado, reiteramos, nos involucra e interpela a todos: a Estados, instituciones y personas, pues es esta una tarea de solidaridad a la que no escapa ningún ser humano.

La República Dominicana, Venezuela y Haití pertenecen a la Alianza Internacional contra el Hambre, pero falta en estos países que se trabaje más profundamente y con más ahínco –tanto desde dentro como desde fuera- para eliminar el hambre que sufre gran parte de la población de nuestras naciones.


[1] ONU. Objetivos para el Desarrollo del Milenio. Disponible en: www.un.org
[2] Rivero, Carmen (2006). Otra Pobreza: El Proceso de Empobrecimiento. Degal, Caracas
[3]FAO. Cumbre mundial de la Alimentación: cinco años después. Disponible en: http://www.fao.org/WorldFoodSummit/spanish/newsroom/news/8580-es.html
[4] FAO (2002)Movilización de la voluntad política y de los recursos para eliminar el hambre. Disponible en:
[5] FAO. Entrevista para la FAO con el ex Presidente Federal Johannes Rau. Disponible en www.fao.org

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