lunes, 20 de diciembre de 2010

Los norteamericanos pobres no creen en los milagros


Hay verdades que no pueden esconderse, como son los "homeless" o "sin techo" que deambulan por las calles de Estados Unidos. Son parte de los 50 millones de pobres que sufren hambre en un país que se autodefine como el ejemplo a seguir en el mundo.

Culpables de la trágica realidad que hoy se vive en esa gran potencia, son sus gobernantes, que cegados por la ambición y la codicia en su demencial afán por conquistar el mundo, desataron tantas guerras que, además de la violencia, destrucción y muerte que todo conflicto bélico acarrea, han llevado a gran parte de su pueblo a vivir en miseria extrema y a la economía al borde de la bancarrota, acelerando el proceso de declinación del imperio más poderoso de la historia.

El "sueño americano" es hoy una pesadilla para los millones de pobres y un infierno para los "homeless", trabajadores que perdieron sus empleos y soldados que volvieron de las guerras que causaron desastres en todos los continentes.

El salvaje sistema capitalista, sus gobiernos, la banca y las trasnacionales, en su empeño por adueñarse del mundo hicieron de la guerra, la codicia y la usura su razón de ser, provocando la recesión que ha hundido a EEUU en un caos económico, financiero y moral que se ensaña con más furia sobre los más débiles, los "homeless" o "sin techo."

Lentamente, su economía se ha ido debilitando, socavada en gran parte por la portentosa escalada de gastos en la compra de las más letales armas y sofisticados equipos y sistemas bélicos suministrados por el complejo militar-industrial, verdadero dueño del poder en Washington.

La rancia economía capitalista, que se desenvuelve en oscilaciones cíclicas de prosperidad, crisis, recesión y reactivación", esta vez no ha podido superar la recesión actual iniciada hace poco más de un par de años en Estados Unidos y gran parte de Europa pese a los esfuerzos hechos por contrarrestarla.

Los planes de austeridad, rebaja o congelación de sueldos y salarios, aumento de la edad de jubilación, despidos masivos y privatizaciones solo contribuyen a empobrecer aún mas al pueblo y a preservar las obscenas e ilícitas ganancias de la banca y las trasnacionales. No resuelven la crisis.

Solo en Estados Unidos, hay en la actualidad más de 15,1 millones de desempleados, más de dos millones de ellos convertidos en "homeless" por diversas causas, como la pérdida de sus viviendas, apropiadas por los bancos, que al ejecutar hipotecas lanzaron a la calle a familias enteras que sobreviven en albergues para indigentes, en casas de familiares, autos abandonados, plazas o bajo puentes, donde soportan lluvia, hambre y frío.

Otros son veteranos de las guerras de Irak y Afganistán, la mitad de ellos afectados por enfermedades mentales como resultado de su violenta experiencia bélica como autores de masacres, violaciones y torturas, cuyas dantescas visiones les roban el sueño y los convierten en víctimas del llamado estrés post traumático, que en un alto porcentaje los arroja al alcoholismo, la drogadicción, locura, asesinato y suicidio.

La miseria en que viven estas miles de familias contrasta impúdicamente con la obscena riqueza de la minoría rica que vive en lujosas mansiones y las ganancias de los bancos estadounidenses, que según Global Research, han recobrado la posesión de 258.000 casas en Estados Unidos en el primer trimestre de 2010, dándose el caso de que por primera vez en la historia del país los bancos poseen una mayor parte del valor de la red de viviendas residenciales que todos los estadounidenses individuales juntos.

"Una tasa de desempleo del 9,8% constituye un nivel inaceptablemente alto." Así lo ha declarado Austin Goolbee, jefe de los consejeros económicos de Barack Obama.

Su afirmación puso al desnudo la tragedia humana que vive Estados Unidos, exhibida obscenamente con mayor intensidad en el calvario que padecen los "homeless", esos que perdieron su trabajo y sus hogares, y los miles de veteranos enfermos, luego de servir como "carne de cañón" al imperio en sus guerras de conquista, asesinando en Irak y Afganistán.

La miseria existe en la nación considerada como la meca de la riqueza y la libertad. Hoy decenas de miles de norteamericanos son testigos de que los milagros no existen en la cuna del capitalismo.

(Tomado de LR-21)

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