jueves, 28 de abril de 2011

936 MILLONES DE PERSONAS PADECEN HAMBRE, INFORMO LA ONU




El Banco Mundial, en base a cifras proporcionadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), informó que 936 millones padecen hambre en el mundo.

Los economistas del BM advirtieron que para alimentar a una población mundial de 9.000 millones de habitantes, la producción agraria debería aumentar un 70% antes de 2050.

Y añadieron que debido a la urbanización, la desertificación, el aumento del nivel del mar y la creciente salinización del agua, muchas tierras agrícolas se perderán durante los próximos 40 años.

El BM, cuya sede está en la ciudad de Washington, realizó durante los días 14 y 15 de abril un Foro Abierto por Internet, “a fin de ayudar en la búsqueda de maneras que permitan superar la crisis alimentaria y proveer comida a 1.000 millones de personas que padecen hambre a nivel mundial”.

La entidad internacional comunicó en ese foro que “el precio mundial de los alimentos sigue volátil luego de los últimos acontecimientos en Oriente Medio y Japón, y después de los sucesos de Oriente Medio, los precios del petróleo aumentaron 21% durante los tres primeros meses de 2011”.
En igual textura, un estudio reciente de la FAO resaltó la necesidad de que los gobiernos estudien a fondo las vulnerabilidades de la seguridad alimentaria en el marco de los severos cambios climáticos que trastornan la capacidad productiva de muchos pueblos.

El documento destaca que la medida principal para enfrentar dicha crisis, “consiste en el desarrollo de variedades de alimentos básicos mejor adaptadas a las condiciones climáticas previstas para el futuro”.

La FAO advirtió que los desórdenes climáticos imperantes son una amenaza para la seguridad alimentaria en todo el planeta, y comentó que “los precios crecientes de los alimentos están causando dolor y sufrimiento en el mundo entero, y durante los meses recientes han empujado a la pobreza extrema a 44 millones de personas”.

Alexander Müller, portavoz de la FAO, señaló que “el mundo sólo se ocupa de las repercusiones climáticas a corto plazo, sin prestar atención a modificaciones climáticas que colocarían en peligro los ecosistemas necesarios para la agricultura, con impactos catastróficos en el ciclo 2050-2100.

Jake Caldwell, director del Centro del Progreso Estadounidense, entidad especializada en problemas de la agricultura, el comercio y la energía, comentó que los precios globales de los alimentos han subido por octavo mes consecutivo, con cifras récord durante el pasado mes de febrero.

El especialista sostuvo que “sin duda alguna, el precio creciente del petróleo está incidiendo en el incremento del costo de la comida, dada su incidencia en los insumos agrícolas, desde los fertilizantes hasta el combustible de las maquinarias usadas por granjeros, productores y transportistas”.

En su reciente libro “World on the Edge” (El mundo en el borde), el célebre sociólogo norteamericano Lester R. Brown, ha evocado una imagen apocalíptica que recorrió fugazmente las noticias en su momento, para disolverse luego con rapidez.
En el verano europeo de 2010, temperaturas récord impactaron la ciudad de Moscú. Al comienzo parecía apenas otra ola de calor, pero el clima ardiente que comenzó a sofocar a los rusos a fines de junio prosiguió con ferocidad hasta mediados de agosto de ese año.

En consecuencia, evoca Brown, el clima de la región occidental del territorio de Rusia se volvió tan caliente y seca que cada día se desataban entre 300 y 400 incendios: ardieron millones de hectáreas de bosques, se quemaron miles de casas, y los cultivos se convirtieron en masas marchitas.

En su libro, el veterano ambientalista Brown, completa el panorama haciendo referencia al deshielo paulatino de las plataformas polares y de los altos glaciares, que inundarían tarde o temprano los grandes deltas asiáticos, donde hoy se cultiva el arroz que alimenta a millones de personas.

Ya a principios de 2009, John Beddington, consejero científico del gobierno británico, había declarado que el mundo enfrentaba una “tormenta perfecta” de escasez de alimentos, merma de agua potable y crecientes precios petroleros, más un auge de cambios climáticos y migraciones masivas.

Una semana después, Jonathon Porrit, ex presidente de la Comisión de Desarrollo Sostenible del Reino Unido, escribió en The Guardian que coincidía con la alarma de Beddington, subrayando que “la crisis podría desatarse hacia 2020 y no 2030, como una especie de recesión suprema de la cual no habría manera de recuperarse”.
A su vez, otros dos expertos, Shalmali Guttal y Sofía Monsalve, del equipo internacional Focus on the Global South, han remarcado que la agricultura y las pesquerías son sumamente vulnerables al cambio climático, con impactos negativos sobre muchas comunidades.

Indicaron que “hoy, el 75 por ciento de los pobres del mundo viven en zonas rurales de los países en desarrollo y dependen de la agricultura familiar minifundista, la pesca artesanal y el pastoreo trashumante”.

Asimismo, resaltaron que la destrucción causada por el calentamiento global va más allá de lo físico, dado que las imprevisibles y cambiantes condiciones climáticas socavan los conocimientos y la resiliencia local que han sido la base de la supervivencia comunitaria.

El autor es periodista especializado en Medio Ambiente

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