lunes, 7 de noviembre de 2011

Hambre y pobreza en un mundo rico, ¿por qué?


WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS.- El Banco Mundial alerta que la crisis alimentaria está lejos de llegar a su fin. Cada vez son más los escépticos acerca del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas, uno de cuyos propósitos es reducir a la mitad el número de personas que sufran hambruna para el 2015.

Al respecto, este martes, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, aseveró que la crisis alimentaria está lejos de llegar a su fin, puesto que los precios se mantienen fluctuantes y millones de personas a escala mundial están hambrientos. A través de un informe, divulgado días antes de celebrarse la reunión del G-20, el ente internacional alertó sobre la subida en 30% y 43%, respectivamente, del precio de los granos y del maíz, entre septiembre de 2010 y el mismo período en 2011. El arroz aumentó 26 puntos porcentuales en el mismo período, seguido del aceite de soya y el trigo que subió 16%. La coyuntura afecta mayormente a los países de ingresos bajos, en tanto la volatilidad en los precios de los alimentos persistirá a mediano plazo, reportó la agencia Prensa Latina. Zoellick exhortó a los líderes del G-20 a priorizar el tema de la crisis alimentaria y la volatilidad de los precios en la agenda de trabajo del encuentro que realizarán en Cannes, Francia, a fines de semana.

Por otra parte, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha admitido en otras oportunidades que hay más subnutridos que los existentes en 1990 y considera que será complicado llegar a la meta del milenio. Las personas que padecen hambre se incrementaron de 842 millones entre 1990 y 1992 a 925 millones en 2010, mientras que 2 mil millones sufren carencias nutricionales. En peores condiciones están los 48 países menos desarrollados, de los cuales 33 son africanos, nueve asiáticos, cinco de Oceanía y uno caribeño (Haití).

En Guatemala, por ejemplo, los niños describen hambre sufrida. Glendy y Nelson Patzán Sequén, de 10 y 8 años, así como sus ocho hermanos viven a 50 kilómetros de la capital, en El Tejar, Chimaltenango, y su situación alimentaria es crítica. La mayoría de tiempos de comida —desayuno y almuerzo— que los hermanos Patzán Sequén logran ingerir incluyen pan con café, pero usualmente se van a dormir con el estómago vacío, ya que no hay nada para cenar. Consideran un día de “suerte” cuando su madre agrega frijoles a la dieta. Cerca de allí, Dulce Maribel Patzán Patzán, 11, es la mayor de una familia de seis hermanos que los días en que el padre trabaja en una ladrillera, gracias a que hubo sol, comen fideos en el almuerzo. Comentó que el mejor regalo para su cumpleaños, que está cerca, sería comer carne asada. “Es mi sueño”, dijo. Miguel Cruz, 8, vive en una vivienda de adobe con otros 14 niños menores que él, entre hermanos y primos. Para Miguel es normal que las cuatro familias que habitan ese inmueble duerman cada una en una cama, así como a veces comer y otras no. La mayoría de niños entrevistados en El Tejar, Chimaltenango, coincide en que muchas noches se van a la cama con dolor de estómago. Glendy expresó que su comida favorita son los frijoles, pero es que nunca ha probado otro tipo de alimento, pues cuando la suerte llega a su casa y sus hermanos grandes traen el fruto de su trabajo es posible comer frijoles en el desayuno, almuerzo y cena.

Ese es el diario vivir de más de un millón de niños guatemaltecos menores de 5 años. La situación de desnutrición es grave en el país. Según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida en Guatemala, hay un millón 13 mil niños menores de 5 años con desnutrición crónica. Hasta septiembre, el Ministerio de Salud reportaba cinco mil 444 casos de desnutrición aguda moderada y tres mil 203 de aguda severa en menores de 5 años.

El hambre y la pobreza acosan los pueblos del mundo.

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