miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hambre y políticos

Por Maruxa Vilalta (Excelsior. México)

La ONU nos habla de siete mil millones de personas en el planeta Tierra. Y va in crescendo. África, sigue diciendo la ONU, es a la fecha el continente más poblado, con mil millones de habitantes, y China, el país con más población. Ante estas cifras, lo más preocupante es el hambre, terrible enfermedad, mortal enfermedad que en el mundo padecen muchos miles de personas; recientemente se ha calculado que causó la muerte de más de 30 mil niños.

En México se ha dicho —las cifras cambian cada día— que hay 45 mil personas hundidas en la extrema pobreza. Quienes más la padecen suelen ser los campesinos. Al hombre del campo que trabaja su pedacito de tierra —hasta ahí las fuerzas le alcanzan— no se le ha enseñado, es más, se le ha negado la autogestión. Ante esto ,¿qué han hecho los políticos? Visitas y promesas, tomarse la foto con el trabajador del campo. A veces alguna limosna que es bienvenida, pero no resuelve la situación de miseria, condiciones inhumanas de vida en las que viven el campesino y su familia.

De la pobreza extrema, cuando al hambre sobreviven, vienen aquellos niños, ahora jóvenes traumados, lastimados por las condiciones de vida que tuvieron que soportar, a veces enfermos física y mentalmente, que se lanzan a cruzar como ilegales la frontera hacia el país del norte, en busca de comida y oportunidades de trabajo. Cuando a esta aventura sobreviven y no mueren por disparos de los gringos, y también de los de acá de este lado, esos jóvenes llenos de rencor hacia los “ricos”, con frecuencia se dedican al narcotráfico, secuestros, asesinatos.

Entretanto, aquí presumimos de país desarrollado; allá vamos, allá vamos, pero no lo somos todavía. ¿Debido a qué? Entre otros males, al desempleo y el incremento de la economía informal que no paga impuestos. ¿Y por qué no los paga? Forman parte de la economía informal quienes tienen sus tienditas y hasta sus autos, aunque usados y no precisamente en buenas condiciones; lo principal, incluso antes que la comida, antes que la educación, antes que la ropa y mubles en la casa, lo principal es el auto. Muchos se “independizan” y hasta tienen su negocio propio, se anuncian en sus tarjetas como obreros, jardineros, plomeros, electricistas y más, pero no pagan impuestos. Pobres y ricos, según los ingresos de cada quien, tendrían que pagarlos.

Así sucede en otros países, pero el mexicano pobre desconfía; tantas injusticias ha padecido. Y mis impuestos, se pregunta, ¿dónde irán a parar? De los candidatos a la presidencia en 2012, la población de la economía informal, por ser una gran mayoría, podrá ser la que con su voto decida quién será el próximo presidente de la República. ¿Pero qué candidato, del partido que fuere, se atrevería a prometer, es decir, amenazar con terminar con la economía informal? Esto sonaría a decisión para autodescartarse. Y además, ya que de pobres y ricos estamos hablando, ahí quedarían los ricos, unos honestos y otros haciendo trapiches, en complicidad con sus contadores para no siempre pagar impuestos, o los impuestos debidos.

Entretanto, en nuestro México es difícil para los estudiantes a nivel universitario competir en educación, léase cultura y niveles de vida, con naciones desarrolladas. Presumimos de ser país desarrollado, pero no lo somos todavía.

Ante esto, a la fecha, ¿qué hacen los políticos?

El PRD, autodestruirse, lamentablemente. Y digo lamentablemente porque Cuauhtémoc Cárdenas fundó un partido que hubiera podido hacer bien al país.

El PAN, luchar contra la ignorancia, falta de cultura de Fox y ambiciones de “la señora Marta” y su familia.

El PRI, navegar como puede, tratando de hacer olvidar aquellos nefastos tiempos de un gobierno que tantos años duró y dejó malos recuerdos, principalmente en tiempos de Salinas.

Vuelvo a la ciudadanía. A la fecha, el hombre y la mujer del pueblo, de todos desconfían. Con la tan traída y llevada, y tantas veces costosamente celebrada en su Centenario, Revolución de 1910, un país agrícola se convirtió en nación industrializada, pero al precio de muchas muertes. A la fecha, de revoluciones y guerras civiles nada queremos saber, pero seguimos defendiendo la democracia.

Hay que defenderla y como parte de esa meta incrementar la fuerza de la educación en el sentido de conocimientos de las Bellas Artes: literatura, música, pintura, arquitectura, autores mexicanos y también de otros países. Para que esos jóvenes cuyos antecesores fueron asesinados en 1910, para que los que han vivido una vida de hambre y miseria, y ahora tratan de salir de eso tengan oportunidades de salud y felicidad fuera del narcotráfico, con el apoyo de los próximos gobernantes para obtener empleos y cultura sin ser rechazados sino quedando en primeros lugares en las universidades de otras naciones.

Suena a utopía. A veces las utopías se vuelven realidades. Así sea. Así sea.

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