miércoles, 14 de marzo de 2012

La "Marcha del Hambre" húngara llega al Parlamento Europeo

El pasado 7 de marzo, invitados por la Eurodiputada Zita Gurmai, visitaron el Parlamento Europeo un grupo de visitantes húngaros, protagonistas de la llamada "'Marcha del Hambre". Estos ciudadanos húngaros, partieron el 6 de febrero del 2012 de Miskolc, una ciudad del noreste de Hungría, capital de la región de Borsod-Abaúj-Zemplén. Su objetivo era recorrer a pie los aproximadamente doscientos kilómetros que les separaban de la ciudad de Budapest, para llamar la atención ante los graves problemas que se viven en la zona, la pobreza, el paro, la falta de expectativas, los sueldos de miseria...

Les pude recibir, en mi condición de Vicepresidente del Parlamento Europeo y pude compartir con ellos algunas reflexiones, que os quiero ahora trasladar a vosotros
...

Queridas amigas y queridos amigos:

1 Quiero saludaros con el mayor cariño, dándoos la bienvenida a nuestra Eurocámara y manifestándoos mi solidaridad ante la movilización que venís protagonizando y que con tanto esfuerzo os ha traído hoy hasta Bruselas. Como amigo y como militante con toda una vida de lucha por el progreso y la justicia social, además de manifestar mi apoyo a la causa que representáis, quisiera compartir con vosotras y vosotros un par de comentarios que, os anuncio ya, son fruto de una gran sinceridad: de ninguna manera, por el respeto que me merecéis, hubiera querido quedarme en un saludo meramente formal, como de trámite. Espero, de todos modos, que nadie se moleste por alguna de mis afirmaciones que pueden interpretarse seguramente en algún sentido crítico.

2 Os diré, para empezar, que aquí estamos francamente preocupados por la actuación que viene teniendo el Gobierno de vuestro país, con el Primer Ministro Viktor Orban a la cabeza. Está recortando derechos sociales y laborales y produciendo un notable paso atrás con acciones tan retrógradas como la aprobación de la nueva Constitución, criticada por muchos especialistas y por casi todos los demócratas de Europa. Por cierto, que hay una serie de similitudes en lo que está pasando en vuestro país y en el mío, España. También en éste último ha ganado la derecha con mayoría absoluta y, de forma inmediata, se ha puesto a liquidar muchos derechos de los trabajadores y de las mujeres, con recortes sustanciales, en servicios sociales tan fundamentales como la educación, la sanidad o las pensiones...

3 Pero hay otro dato que coincide en España y en Hungría. Y es que a la derecha que representan Fidesz y el Partido Popular respectivamente, no la ha llevado al poder con mayoría absoluta, ni un ejército de ocupación, ni un milagro de origen divino, ni el resultado de una lotería. En ambos casos han sido los ciudadanos y las ciudadanas quienes con su voto libre y secreto han producido en las urnas ese resultado que hoy lamentamos y denunciamos como nefasto y lamentable.

4 Eso es lo que yo le diría a un grupo como el vuestro que viniera de mi país. Pero, inmediatamente, en lugar de lamentarme, les plantearía a tales amigos dos preguntas. La primera sería, ¿cuántos y quiénes de vosotros no fueron a votar el día que la derecha ganó las elecciones? Veo que casi por instinto aquí hay ya una mitad que no acudió a las urnas por una u otra razón: posiblemente bastantes pensabais -pensaban- que "daba igual". Pero mi segunda pregunta sería todavía más dura. Porque les plantearía que cuántos de los presentes habían votado por ese Partido que hoy les llevaba a protestar y casi hasta la desesperación. Y seguro que no serían pocos los que deberían reconocer que, por una u otra razón, votaron por los que luego les iban a hacer la vida imposible...

5 De ahí que mi primera conclusión tiene dos consideraciones. La primera consiste en esperar que muchos de los que se equivocaron quedándose en casa o votando a la derecha, hayan entendido que "no todos somos iguales": que hay que votar porque si no, otros deciden por nosotros. Y que hay que hacerlo donde más conviene. Pero inmediatamente mi segunda consideración es la de recordar que tanto en Hungría como en España, antes de la victoria de la derecha, estábamos gobernando los socialdemócratas. Y bastante mal lo habremos hecho como para que tanta gente pueda habernos negado la confianza que antes nos había dado. Bastantes errores habremos cometido como para que tantos ciudadanas y ciudadanos puedan haber pensado que "todos somos iguales" y, en todo caso, que nosotros no seríamos demasiado capaces de resolver sus problemas. De ahí que a la autocrítica a que invito a los que se equivocaron con su voto o su no voto, añado acaso aún con más énfasis la autocrítica que hago como miembro de mi Partido. También nosotros debemos comprometernos a hacerlo mucho mejor y a esforzarnos mucho por recuperar la confianza perdida de aquellos que deberían necesitarnos y reconocernos como el mejor instrumento para defender sus intereses; es decir, los vuestros.

6 En todo caso no deberían malinterpretarse las dos autocríticas que acabo de expresar: la de quienes con su voto o con su no voto contribuyeron a las victorias de la derecha, y la de los Partidos Socialdemócratas que, desde el Gobierno defraudaron con su actuación a muchos electores. Siendo ambas sinceras y seguramente justificadas, no pueden quitar importancia a actuaciones desde la propia derecha, entre otras cosas porque los intereses del capital que están detrás de ésta han sido capaces de desarrollar una colosal campaña de manipulación de la opinión pública a través de los medios de comunicación que controlan de forma más y más monopolística y desvergonzada.

7 Y aquí es donde yo querría enlazar con la segunda parte de mi comentario ante ustedes. Lo que se ha producido en Hungría y en España es parte de una especie de tsunami que viene recorriendo toda Europa y por la que las fuerzas de la derecha como instrumento del capital están tratando -y poco a poco consiguiendo- de desmantelar lo que hemos dado en llamar el Estado de bienestar, también conocido como el modelo social europeo. La cosa viene de lejos: del final de los años 40 del siglo pasado, cuando iba a consolidarse el cuadro de la Guerra Fría que enfrentaría en dos bloques a los vencedores de la II Guerra Mundial. El escenario era el de una Europa Central y Oriental donde la Unión Soviética había ido ocupando países -entre otros el vuestro- contribuyendo a que en cada uno de ellos se instaurase un régimen autoritario bajo la hegemonía del Partido Comunista. El avance del bloque comandado por la URSS llevó a una guerra civil en Grecia y a Partidos Comunistas poderosos, con alrededor del 30% de los votos en países como Francia y, sobre todo, Italia.

8 Fue entonces cuando, percibiendo todo esto como una seria amenaza, en muchos países de la Europa Occidental se reaccionó con una alianza tácita entre la derecha representada por la democracia cristiana y la izquierda representada por la socialdemocracia y los partidos socialistas. La manera de defenderse frente a lo que se percibía como la amenaza comunista fue articular ese modelo social de progreso que conocemos como el Estado de bienestar. Se trataba de que las clases trabajadoras tuvieran todo lo que tenían bajo regímenes comunistas -educación y sanidad gratuitas, pensiones aceptables, etc.- pero además éstos fueran de mejor calidad y además las acompañase la libertad y una alta capacidad de consumo... Para la derecha así se cerraba el paso al comunismo que amenazaba los intereses del capital privado. Y para los socialistas se articulaba un sistema de notable progreso y justicia social...

9 Eso ha durado más de 50 años y ha sido un modelo a seguir para países de la Europa Occidental donde sobrevivieron dictaduras fascistas al final de la II Guerra Mundial -como España y Portugal- y para países de Europa Central y Oriental que aspiraban a liberarse de las dictaduras burocratizadas y ultramediocres del bloque soviético. Al hundirse la URSS y deshacerse dicho bloque, en dichos países, como antes en el mío, se accedió a sistemas democráticos y se empezó a articular un incipiente pero esperanzador Estado de bienestar que sin embargo se está poniendo en cuestión por la derecha -es decir por el capital- con ocasión de la crisis, y yo creo que usando a ésta como pretexto.

10 El caso es que ese capital ya no siente ninguna amenaza de una URSS que no existe ni de un comunismo que se ha hundido en sus propias contradicciones. Y, lógicamente, reacciona ese capital pensando que ya no le hace falta seguir contribuyendo con su esfuerzo y su sacrificio, piensan ellos, con su dinero, en definitiva, a que se paguen buenos salarios, se pague una buena sanidad, se pague una buena educación para todos, se paguen buenas pensiones y se sigan financiando buenos servicios sociales... Y eso es lo que están tratando de desmantelar en Europa a base de preconizar que todos esos servicios se vayan privatizando y por lo tanto se conviertan en negocio productor de beneficios para quienes los exploten; y también sosteniendo que cada cual se pague con sus propios recursos la sanidad, la educación, el ocio, la cultura, etc. El que pueda hacerlo; y el que no pueda quedará obligado a sobrevivir en un régimen de caridad o beneficencia con lo que habremos retrocedido algo así como seis o siete décadas en la historia del progreso social en nuestro continente.

11 No me extenderé más, a sabiendas de que el escenario que acabo de describiros es mucho más complejo que la pintura en grandes trazos que os presento. Pero terminaré dejando claro que mi visión, aún pareciéndome objetiva y bastante oscura, no me lleva a la desesperación, ni a la rendición. Me lleva a plantearme qué podemos, qué debemos hacer para resistir y vencer aún en un clima muy negativo. Y creo que hay que hacer lo que ustedes están haciendo: rebelarse, no aceptar la situación en que quieren meternos como algo irremediable. Rebelarse, digo, pero hacerlo inteligentemente, no limitándose a dar gritos o a pintar pancartas; y no equivocándonos de enemigo.

Identificando a éste y buscando instrumentos y aliados para llevarle el pulso y recuperar el poder. He leído su "Petición" y me parece que es verdaderamente un manifiesto socialdemócrata: busquen por lo tanto en la socialdemocracia a las fuerzas políticas en que basarse para impulsar su pelea y lograr la victoria. Claro que ese llamamiento que yo les hago, tiene que combinarse con otro que planteo a las propias fuerzas de la socialdemocracia, a Partidos como el mío o el de los compañeros húngaros a quienes pido que lean su "Petición", que la tomen en serio, que la asuman y que en textos y reivindicaciones como éstos basen su acción de movilización social y política. Sólo así podrán recuperar la confianza y la credibilidad perdidas, y el poder para, enmendando errores y carencias anteriores, mantener y ampliar un progreso social que está dramáticamente amenazado.

Gracias por su atención y ¡adelante!

1 comentario:

Juliana Luisa dijo...

El texto es demasiado largo, para replicar en condiciones. Pero puesto que es un socialista el que escribe, me gustaría pedirle una autocrítica sincera que piense sólo en los votos. Creo que la socialdemocracia nos ha fallado, a pesar de ello yo les voté. Unos con agrado y oros a regañadientes todos los gobiernos se han dejado secuestrar por "los mercados". Estoy de acuerdo que hay que rebelarse de forma inteligente, pero o rebelamos los ciudadanos o nadie. ¿Pueden los políticos ayudarnos a cambiar el actual sistema económico-social? Ha sido nada más que un desahogo.

Un saludo