jueves, 20 de marzo de 2008

PORCENTAJES QUE LACERAN


Resulta evidente que el Informe de CEPAL “Panorama Social de América Latina. Primer capítulo: Avances en la reducción de la pobreza y desafió de cohesión social” es un documento muy valioso. El análisis resulta objetivo, técnico y profundo y considera a cada uno de los países en un tema tan complejo y difícil como el de la pobreza.
Reconoce el documento que “disminuyen las tasas de pobreza e indigencia en el 2006, alcanzando 36,5 % y 23,4 % respectivamente”. Esos son los niveles más bajos desde 1980.
Visto así, de manera simple, podría mover al elogio y la complacencia. No obstante, cada uno de esos porcentajes lacera el alma y la existencia de las personas nobles que viven en esta parte del mundo. En una de las líneas, el informe reconoce (¡!) y hasta elogia que en la región haya disminuido el número de personas pobres.
Es cierto, pero ese problema social sigue siendo muy agudo. Y razonarlo de ese modo, simplemente, no resulta correcto. Por un lado, es reconocible el avance, pero por otro, no debe dejar de señalarse que sigue siendo una problemática de un peso enorme para la población en el continente.
Pensemos solamente, que mientras haya una persona –sólo una— pobre y mal alimentada la justicia social estará resentida. Es contraproducente que no exista una correspondencia real entre el crecimiento económico de América Latina y el Caribe y el combate contra la pobreza y el hambre. El PBI de cada país está como cifra decorativa que alimenta el ego de políticos y gobernante. En nada se siente en la microeconomía familiar, en la bolsa de las personas que todos los días deben alimentarse para subsistir. Es un indicador que semeja un espejismo en el desierto.
Es verdad que también crece el empleo asalariado, disminuye el desempleo urbano… ¿Resulta suficiente? La realidad es de mucha mayor crudeza que lo avanzado.
Fíjense sólo en un dato: el 36,5 % de la población de América Latina se encuentra en situación de pobreza. Y el 13,4 % --¡el 13,4 %!— sobrevive en la pobreza extrema o la indigencia, sobre todo en las zonas rurales, aunque también proliferan cada vez más en las grandes urbes.
Entonces, los análisis no deben tener otro matiz que el de la alarma generalizada, el asombro, la preocupación y ocupación. No queda otra alternativa.
Válido el informe para lanzar el S.O.S, como el de un barco a punto de naufragar en medio del océano abatido por una tormenta.
El informe explica con claridad el método empleado para medir la pobreza y establecer los límites, sobre la base del “costo de las necesidades básicas”, fundamentalmente. Válido, pero no absoluto. La pobreza tiene muchos matices diferentes y se manifiesta de muchas formas.
Las familias pobres son las más numerosas, reconoce el documento. Lógico. En ellas hay más analfabetos, menos atención médica, casi ningún control de la natalidad, ni atención a la adolescencia. La pobreza –se quiera ver o no— es generadora de prostitución, delincuencia, mortalidad infantil, analfabetismo, mortalidad en general, explotación, labores indecorosas, trabajo infantil y muchos otros males.
Cuando analiza los factores asociados insiste en los ingresos laborales y las políticas públicas activas. Sobre todo, estas últimas tienen y tendrán una incidencia medular y definitoria en la erradicación de los factores de carácter social que propician la permanencia de millones de personas pobres en el continente.
Hay excelentes ejemplos, como las acciones emprendidas en Brasil, Argentina, Venezuela, Perú y otras naciones. Mención especial merece la Iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre-2025, proyectada y auspiciada por la Oficina Regional de la FAO, con objetivos muy bien definidos y una plataforma programática sólida.
Cuba, en ese entorno, es un ejemplo. No quiere esto decir que todos los problemas sociales estén resueltos en ese país, pero al menos el acceso gratuito a la educación y la salud resultan esenciales para reducir en grano muy notable la población en riego. Las principales dificultades en ese sentido están en la alimentación, debido a los problemas económicos y financieros afrontados después del derrumbe del campo socialista y la desaparición de la URSS, acrecentados por el recrudecimiento del bloqueo del gobierno estadounidense por casi 50 años continuos.
Como los porcentajes laceran a las personas de bien, unámonos entonces en el empeño de contribuir a reducir a cero la pobreza en esta parte del planeta.
Enhorabuena.

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