jueves, 20 de marzo de 2008

Compartiendo los residuos



Por Doraldina Zeledón Úbeda (*)


Cierta mañana, mientras caminada por las calles del barrio, presencié algo que ha dado vueltas en mi cabeza, pero no se sale; y cada día, cuando observo el contraste entre pobreza y riqueza me deja pensativa. Esa mañana, al detenerme en una esquina, antes de cruzar la calle, de repente miré, en la esquina siguiente, un perro que comía algo, y a un hombre que caminaba; luego, como un relámpago, se agachó y le quitó una bolsa al perro. El animal siguió comiendo lo que había sacado de ella, y luego se quedó viendo a su compañero de infortunio, que ahora también comía y miraba hacia todos lados; seguramente viendo si lo veían. Yo me quedé inmóvil. Como pensando que no era conveniente continuar mi marcha. Crucé a la otra acera. De reojo vi al hombre. No era harapiento, no andaba sucio ni roto, se miraba limpio y hasta podría decirse bien vestido, de anteojos y con gorra. El perro seguía con el cuello estirado esperando que le diera algo de lo que él encontró primero. Pero no hizo la guerra por eso. Quizás pensó que más adelante hallaría otra bolsa con comida, al fin, él tenía más experiencia.Seguí mi camino y pensé: pasará por mi casa, le puedo dar de comer. ¿Y si le da vergüenza porque lo miré quitarle la comida al perro? Además, con esto no resuelvo nada. Volví la mirada hacia atrás, el hombre no seguía su camino, sino que se regresó. Llegué a mi casa. Las lágrimas contenidas salieron sin censura. Bueno, soy llorona. Pero la impotencia también hace llorar. Y comencé a reflexionar sobre esta situación por la que pasa tanta gente. Pensé que talvez no era tan pobre; sino que venía de algún lugar retirado y le agarró el hambre, y no andaba dinero para comprar ni quería pedir. Pero el hambre de un momento se puede aguantar. Y si fuera un pobre que siempre tiene hambre y que está acostumbrado a buscar entre los residuos, se habría detenido, pues en las aceras, las bolsas con basura esperaban el camión recolector. ¿Será un desempleado que está ingresando a mayor pobreza? Y vinieron a mi mente situaciones que había visto o escuchado: desempleados que salen a buscar la vida, familias que han quedado sin nada, pero que aún tienen vestido, porque la ropa dura más que la comida. Podría ser una persona acostumbrada a andar limpia y que le daba vergüenza que lo vieran romper bolsas.
Alguien dirá que esto no es extraño, pues son muchas personas las que rebuscan en la basura algo para comer. Y sí, pero eso no justifica la indiferencia. Y por su actitud no parecía tan pobre. No es que los que están acostumbrados, no les dé vergüenza, sino que éste posiblemente se iniciaba en el trajín.
Si los altos funcionarios y los ricos anduvieran a pie, podrían ver esto y a lo mejor les daría vergüenza. O un poco de remordimiento. Porque duele y molesta ver que durante una reunión sobran caramelos, frutas, galletas y demás golosinas. Como si los golosos funcionarios no pudieran pensar sin mover las mandíbulas. O ver que están bien abrigados, porque el aire acondicionado está al máximo, gastando energía innecesariamente. O utilizando los vehículos y el presupuesto del Estado en diligencias personales. Es triste, choca y molesta.
El hambre no es por falta de producción sino por la forma de distribución, por el derroche, por el sistema consumista. Pero siempre se dice que a pesar de todo, la economía del país crece. ¿Qué importancia tiene que crezca la economía si la pobreza aumenta? El crecimiento económico es hueco, como un estómago vacío que crece debido a la desnutrición y los parásitos, por falta de sustento y saneamiento.¿Y de qué sirve que haya más producción, si el hambre es igual o peor? La causa es la injusticia, los bajos salarios. Y muchas veces los nuevos empleos en las empresas e instituciones se van quedando entre los mismos, entonces una persona tiene varios cargos, que por supuesto no desempeña. En otros casos, las oportunidades son para los familiares o amigos. Es muy difícil que un desempleado extraño sea contratado, aunque pase llegando todos los días a ver qué le resuelven, hasta que se cansa o se le acaba el dinero para el pasaje. O se le gastan los zapatos. Y los gremios parecen hipnotizados.Redistribuyendo el presupuesto, los empleos y los recursos; ahorrando y cambiando la cultura de consumo, tanto a nivel macro como en cada institución, se podría mitigar el hambre, compartiendo, no residuos, sino el dinero y demás riquezas del país.
Publicado originalmente en El Nuevo Diario, Managua, Nicaragua - jueves 07 de febrero de 2008 - Edición 9873.


(*) Periodista nicaraguense.

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