
Por Juan De la Puente (*)
La prensa pasa casi de largo ante el drama de miles de familias víctimas de los desbordes de ríos en 22 regiones de la costa, sierra y selva peruanas. Veo que la web de INDECI da cuenta que solo en Amazonas hubo 12 muertos y 19 desaparecidos en enero y que hasta la fecha se tiene 832 hectáreas afectadas, y que en Huamalíes (Huánuco), el deslizamiento de un cerro mató a siete personas. En el Perú rural hay dolor y hambre pero éstos apenas arañan las esquinas inferiores de las páginas regionales. Un consuelo tonto podría ser que no solo la prensa olvida, también los políticos nacionales y locales. Pero estoy seguro de que si la prensa priorizara estas noticias, sería otro el resultado.
No creo que ese giro se produzca. Al recurrente comentario de que en el mundo mueren al año 35 millones de personas por causa del hambre y 2,1 millones por causa del sida y que, sin embargo, los medios son más sensibles al sida que al hambre, se ha respondido de distintos modos: a) que el sida es un fenómeno más "mediático"; b) que el sida ataca a todas las capas sociales en tanto que el hambre a los más pobres; y c) que frente al sida existe un mayor compromiso político y social que frente el hambre. Es probable que todas estas respuestas sean ciertas. No obstante, un mayor tratamiento de los medios de un problema no determina automáticamente el ingreso de un tema en la agenda pública en un sentido favorable a su solución.
Sobre el caso del sida y la prensa se tiene por ejemplo la investigación de dos académicos españoles acerca del tratamiento del tema el 2002 por El País y La Vanguardia, que denota que el sida es tratado más en las secciones de sociedad y menos en las de política, opinión y salud (Cantero y García; 2005). No obstante, no todo lo que abordan los medios implica un allanamiento de las políticas públicas. Con el sida también se aprecia una cobertura que excluye el contexto del hambre. Como señala la FAO en el informe sobre la inseguridad alimentaria, aunque el VIH/SIDA se ha convertido en causa principal del hambre, lo contrario es también cierto: el hambre acelera tanto la propagación del virus como el curso de la enfermedad.
Tenemos al frente un tema complejo donde a la falta de visibilidad de los problemas agudos de la sociedad se suma la forma de su tratamiento. Nuestra prensa es resistente a los desastres de estas semanas y a la pobreza extrema rural fruto de ellos por razones estructurales que se alimentan mutuamente con la agenda pública. Este círculo vicioso puede romperse por cualquiera de los dos lados, pero no se rompe. ¿Qué hacer desde los medios cuando la noticia llama a la puerta pero, a pesar de ser noticia, no ingresa a las redacciones? ¿Deberíamos llegar al caso de la India, el 2001, cuando la Corte Suprema intervino para que el hambre pudiera regresar a la primera plana de la prensa a propósito de una demanda de la Unión Popular para las Libertades Civiles (PUCL) del estado de Rajastán sobre esa cuestión, destacando la paradoja que existía entre graneros colmados y estómagos vacíos?
(*) Comunicador, periodista y profesor peruano.
(Publicado en Diario La República – Columna: La mitadmasuno. Perú.)
La prensa pasa casi de largo ante el drama de miles de familias víctimas de los desbordes de ríos en 22 regiones de la costa, sierra y selva peruanas. Veo que la web de INDECI da cuenta que solo en Amazonas hubo 12 muertos y 19 desaparecidos en enero y que hasta la fecha se tiene 832 hectáreas afectadas, y que en Huamalíes (Huánuco), el deslizamiento de un cerro mató a siete personas. En el Perú rural hay dolor y hambre pero éstos apenas arañan las esquinas inferiores de las páginas regionales. Un consuelo tonto podría ser que no solo la prensa olvida, también los políticos nacionales y locales. Pero estoy seguro de que si la prensa priorizara estas noticias, sería otro el resultado.
No creo que ese giro se produzca. Al recurrente comentario de que en el mundo mueren al año 35 millones de personas por causa del hambre y 2,1 millones por causa del sida y que, sin embargo, los medios son más sensibles al sida que al hambre, se ha respondido de distintos modos: a) que el sida es un fenómeno más "mediático"; b) que el sida ataca a todas las capas sociales en tanto que el hambre a los más pobres; y c) que frente al sida existe un mayor compromiso político y social que frente el hambre. Es probable que todas estas respuestas sean ciertas. No obstante, un mayor tratamiento de los medios de un problema no determina automáticamente el ingreso de un tema en la agenda pública en un sentido favorable a su solución.
Sobre el caso del sida y la prensa se tiene por ejemplo la investigación de dos académicos españoles acerca del tratamiento del tema el 2002 por El País y La Vanguardia, que denota que el sida es tratado más en las secciones de sociedad y menos en las de política, opinión y salud (Cantero y García; 2005). No obstante, no todo lo que abordan los medios implica un allanamiento de las políticas públicas. Con el sida también se aprecia una cobertura que excluye el contexto del hambre. Como señala la FAO en el informe sobre la inseguridad alimentaria, aunque el VIH/SIDA se ha convertido en causa principal del hambre, lo contrario es también cierto: el hambre acelera tanto la propagación del virus como el curso de la enfermedad.
Tenemos al frente un tema complejo donde a la falta de visibilidad de los problemas agudos de la sociedad se suma la forma de su tratamiento. Nuestra prensa es resistente a los desastres de estas semanas y a la pobreza extrema rural fruto de ellos por razones estructurales que se alimentan mutuamente con la agenda pública. Este círculo vicioso puede romperse por cualquiera de los dos lados, pero no se rompe. ¿Qué hacer desde los medios cuando la noticia llama a la puerta pero, a pesar de ser noticia, no ingresa a las redacciones? ¿Deberíamos llegar al caso de la India, el 2001, cuando la Corte Suprema intervino para que el hambre pudiera regresar a la primera plana de la prensa a propósito de una demanda de la Unión Popular para las Libertades Civiles (PUCL) del estado de Rajastán sobre esa cuestión, destacando la paradoja que existía entre graneros colmados y estómagos vacíos?
(*) Comunicador, periodista y profesor peruano.
(Publicado en Diario La República – Columna: La mitadmasuno. Perú.)
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