jueves, 31 de marzo de 2011

Crecen atrapados entre la pobreza y la desnutrición



Por Lisseth García, LA PRENSA, Honduras.


Júnior sonríe y ajeno a lo que sucede a su alrededor, balbucea feliz. Está a punto de cumplir sus tres años y aún no camina. Gatea con problemas en el piso de tierra de una casa situada en medio de la montaña en la aldea de San Antonio en Erandique, Lempira.

Su piel está reseca por el frío y su estómago grande. A simple vista pareciera que su estatura es normal igual que su peso, pero la realidad es que tiene el tamaño de un pequeño de un año y su estómago está inflamado. El color de su piel es amarillento lo que denota que una enfermedad lo afecta: la desnutrición.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación, FAO, estima que la población que sufre desnutrición en América Latina alcanza ya los 53 millones de personas y Júnior es parte de esa lista junto a miles de niños que viven en condiciones precarias en la zona occidental de Honduras.

La desnutrición afecta a la población infantil igual que también es víctima de la pobreza, la miseria y el hambre. En los municipios de Lempira, Intibucá y La Paz el problema de desnutrición es evidente aunque los pobladores se han acostumbrado a convivir con ellos.

El menú en los hogares es arroz, tortilla y frijoles. Pero gracias a las asesorías de organizaciones no gubernamentales han aprendido en muchos poblados a cultivar hortalizas y a consumir vegetales.

Otro de los apoyos que tienen las familias es la merienda escolar pero a raíz del problema que se vive en el país por la crisis magisterial, las escuelas permanecen cerradas. Únicamente las escuelas Proheco (Proyecto de Educación Comunitaria) están abiertas.

Los niños no están teniendo acceso a ese vaso de leche que forma parte de la alimentación de los escolares por la crisis educativa que atraviesa el país.

Mal crónico

Según el Programa Mundial de Alimentos, PMA, la desnutrición crónica ataca a un 27% de la población infantil en Honduras. Unos 800 mil infantes podrían sufrir desnutrición considerando que la población infantil 0-18 años sobrepasa los tres millones de personas, según números del Instituto Nacional de Estadísticas, INE.

Preocupan las cifras porque la pobreza sigue siendo el principal huésped de los hogares hondureños porque siete de cada 10 personas viven en condiciones de pobreza. La situación es alarmante.

El Programa Mundial de Alimentos, PMA, y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, elaboraron un documento denominado “El costo del hambre”.

Honduras es uno de los países con más alta prevalencia de desnutrición en toda América Latina y el Caribe ya que 1 de cada 6 niños y niñas menores de cinco años padece este mal.

De acuerdo a las estimaciones realizadas a partir del 2001, 162,000 niños y niñas menores de cinco años presentan desnutrición moderada y severa y más de 200 mil presentan desnutrición crónica.

En el caso de los recién nacidos, casi 9 de cada 100 menores presentan bajo peso al nacer y 3 de cada 100 tienen restricción de crecimiento intrauterino, porcentajes que ubican a Honduras dentro de los países de incidencias altas entre los países miembros del Sistema de Integración Centroamericano, Sica.|

En Honduras la inflación, el desempleo y la disminución de las remesas familiares también son factores que al final repercuten en la mala alimentación de la niñez del país.

Los niños en las zonas rurales viven entre la miseria y la pobreza y muchos se ven obligados a trabajar y a retirarse de sus estudios porque urgen de hacer dinero para poder aportar a los hogares.

“Acá se lucha para que los padres manden a sus hijos a estudiar, lo hacen cuando están pequeños pero cuando ya pueden trabajar los padres optan por sacarlos de las escuelas”, dice la maestra Marina Bautista de una aldea de Santa Cruz, Lempira.

Muchos padres que hacen el esfuerzo por mandar a sus hijos a la escuela están perdiendo la esperanza porque los centros educativos permanecen cerrados ante tanta huelga de los maestros.

“Da pesar porque uno hace el esfuerzo pero de nada sirve si estos profesores ni clases dan por estos lados”, critica Alfonso Mendoza, un padre de Azacualpa, Intibucá.

Crecen con limitaciones

El alcalde de Yamaranguila, Lorenzo Bejarano, dice que es urgente la generación de empleo en la zona para que las familias obtengan mejores ingresos.

“Los campesinos aprovechan el corte de café para agenciarse de algunos fondos y alimentar a sus familias pero la temporada ésta a punto de terminar”.

El alcalde está consciente que en estos momentos la merienda escolar juega un papel importante en los pueblos donde la pobreza está a la orden del día.

Recorrer las comunidades de Occidente significa encontrarse con niños deseosos de aprender pero con grandes limitaciones, saben que existen las computadoras pero no las conocen.

Desconocen la electricidad. En todas las aldeas de Santa Cruz, Lempira, no hay energía y se alumbran con ocote y candiles cargados de gas.

Son familias numerosas, niños que viven en el hacinamiento y que duermen en una sola cama junto a sus hermanos y madre, padre si lo hay.

La mayoría de nacimientos en estas comunidades remotas son atendidas por parteras, doña María da fe de ello. Ella es la partera de la comunidad de Santa Rosita en Lempira. “Yo he ayudado a muchas mujeres a que tengan sus niños y han nacido algunos con problemas”, dice.

Problemas de salud

En las mismas aldeas es común encontrar a niños con problemas respiratorios, diarrea y hasta neumonía.

La supervisora de todos los centros de salud de Gualcince Lempira, Claudia López, dice que las neumonías, las diarreas y la desnutrición se ensañan con los niños de las comunidades del sur de Lempira.

El problema que se vive es desde el embarazo de la mujer, los niños nacen con bajo peso, unos logran salvarse y otros mueren.

La apertura de algunos maternos infantiles en comunidades ha ayudado a hacerle frente al problema aunque cuando se trata de enfermedades más graves y que deben ser tratadas en los hospitales regionales, la situación cambia.

El pésimo estado de las calles agrava su realidad porque muchas veces no alcanzan a llegar al hospital y fallecen en el trayecto.

Un ejemplo es el que se vivió en Yamaranguila donde pereció un adulto de nombre Zeon Sorto. El informe elaborado por la Alcaldía dice que se pudo haber salvado pero debido al mal estado de la carretera no pudieron llegar. Esas escenas son casi normales en las zonas donde campea la pobreza.

Los encargados de salud de las comunidades manifiestan que es importante implementar un proyecto de nutrición y enfocarlo a que sea sostenido por los mismos padres de familia.

Además un programa para motivar a los padres de familia para que apoyen el proceso de educación y los niños no abandonen los estudios.

El menú de los infantes es arroz con frijoles y la tortilla con sal y ven como un premio la merienda escolar. “Hay niños que no tienen realmente nada que comer en sus casas y eso es grave”, dice la supervisora de centros de salud de Lempira.

Otro de los problemas es que hay desabastecimientos de medicinas en los centros de salud para tratar estas enfermedades que afectan a la niñez.

Ésa es la realidad de un país donde el gobierno oficializó el 2011 como el año de la seguridad alimentaria y nutricional muy ligado a la “Estrategia nacional de seguridad alimentaria” establecida para garantizar el derecho a la alimentación que tienen los niños y adultos en el país.

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