jueves, 31 de marzo de 2011

¿Qué verán los turistas desde el espacio?


Por Ramón Barreras Ferrán.

Vivimos en un modo medio loco o loco total.

Todos los días las informaciones en Internet se mueven entre la lógica y lo irracional; lo cual, por supuesto no resulta nada saludable para el futuro de la humanidad.

Y no se trata, en fin, del cambio climático, ni de los desastres naturales, ni de las agresiones armadas en escuelas y actos públicos, ni del crecimiento del narcotráfico y la delincuencia… Esos problemas conviven con los poco más de 6 mil millones de habitantes del mundo y parecen no tener solución, porque son hijos de un sistema en el que el hombre es lobo del hombre, como alguien afirmó acertadamente.

Acabo de leer en BBC Mundo, sitio ingles en la red de redes muy bien informado y mejor diseñado, aunque extraordinariamente parcial, que “ en el desierto de Mojave, cerca de la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos, un grupo de ingenieros trabaja en un proyecto que busca ofrecerle al público general la posibilidad del turismo en el espacio. La empresa británica Virgin espera que en un par de años el proyecto esté listo para llevar de paseo a los clientes. A lo largo de toda la cabina hay ventanas. Algunas al costado, otras en el techo. Las ventanas permitirán a los pasajeros ver cómo el cielo azul de la Tierra se vuelve púrpura y después le da paso al negro del espacio.

“El rugido del motor se desvanecerá, junto con la atmósfera. Y cuando todo lo que puedan oír sea el silencio, sabrán que están en el espacio. Podrán ver la curvatura de la Tierra y la delgada banda de la atmósfera encima.
“La empresa cobrará 200 mil dólares por cada viajero. (…) Más de 400 personas ya han hecho reservaciones”.

No estoy en contra del desarrollo y mucho menos de la exploración del espacio con fines científicos. Pero me cuesta trabajo admitir que se ejecute tamaña inversión con fines netamente turísticos, mientras en el mundo en que habitamos mil millones de personas padecen hambre, según cifra oficial dada a conocer por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y cientos de niños mueren diariamente por enfermedades prevenibles o curables.

No quiero referirme a las guerras, cada vez más cruentas y costosas; todo un negocio financiero. De eso se ha escrito bastante.

Con 200 mil dólares, por ejemplo, pueden comprarse hoy en el mercado internacional más de 540 toneladas de maíz o 515 de harina de trigo o 360 de arroz, por solo citar tres ejemplos.

Pero si tomamos en consideración el costo total de la novedosa nave (millonario, por supuesto), no recogido en la información, esas cantidades se multiplicarían varias veces.

Un viejo proverbio asegura que “no hay peor ciego que quien no quiera ver”. Y es enteramente cierto. Los países poderosos son los que menos hacen por paliar la pobreza y el hambre, a pesar de los compromisos establecidos y hasta firmados en no pocas cumbres suntuosas que, al final, nada resuelven en concreto.

Desde el espacio, los turistas adinerados verán por las ventanillas de las naves la esfera de color azuloso, como han descrito no pocos astronautas, pero dentro de ella estarán las villas miserias, los campos afectados por la sequía, la deforestación desmedida, los ríos y mares contaminados, en fin, la podredumbre en la que vive, o mejor dicho, sobrevive parte considerable de la humanidad. Eso, a ellos, no les interesa.

Sentirán el placer de lo desconocido. Seguro. Pero nada les importará ese subplaneta que para ellos resulta inexistente, porque en sus vidas todo lo rige el dinero, el snobismo y el modo de vida del mismo color verde de los dólares estadounidenses.

No hay comentarios: