
Por Tatiana Martínez Hernández*
Alimentar hoy a la población mundial es un reto. ¿Cómo satisfacer entonces la demanda de alrededor de nueve mil millones de personas para 2050, a pesar de los efectos del cambio climático y los altos precios de los comestibles?
Muchos hogares pobres, por tradición, distribuyen entre todos los pocos recursos disponibles, y por lo general priorizan a niños y ancianos, pero qué hacer si menguan al límite los víveres y el dinero, mientras la familia crece. Según la ONU, el próximo 31 de octubre nacerá el habitante siete mil millones y para mediados de siglo los pronósticos oscilan desde ocho mil millones 900 mil a 10 mil millones los residentes en el habitáculo global.
Para Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Fondo de Población de Naciones Unidas, tal dato es un reto y una oportunidad.
En algunos países la gente vive más y de modo más saludable, pero en los menos desarrollados la situación es bien distinta. Hay que trabajar para reducir las desigualdades y garantizar el bienestar de las actuales y futuras generaciones, señaló.
Para muchos expertos, la solución es aumentar con creces la producción de alimentos en aras de satisfacer la demanda, en cambio otros abogan por una equitativa distribución de los recursos.
El relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Oliver de Schutter, asegura que hay comida suficiente para abastecer a la población mundial actual de seis mil 800 millones de habitantes. Reducir la hambruna no sólo es una cuestión de producir más, sino de que esos productos estén bien repartidos, y de tener la capacidad adquisitiva para comprarlos, afirma De Schutter.
Mientras que ocho millones de personas, la gran mayoría mujeres y niños, se enfrentan a la escasez crónica de alimentos en el este africano, en naciones desarrolladas aumentan estrepitosamente los obesos por exceso de calorías.
Según datos del Banco Mundial (BM), el alza de los precios de los alimentos entre junio de 2010 y febrero de 2011, arrastró a 44 millones de personas más a la pobreza extrema.
En tanto, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) informó de 925 millones de hambrientos en el mundo en 2010, aunque otros organismos, incluyendo la FAO, varían esa cifra a mil o más millones.
Tanto el BM como el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticaron que continuarán en penurias 883 millones de personas para el 2015, en comparación con mil 400 millones en 2005 y mil 800 en 1990.
Cada seis segundos muere un niño por problemas relacionados con la desnutrición. El hambre es la mayor tragedia y es absolutamente inaceptable, sentenció el director general de la FAO, Jacques Diouf.
Para De Schutter, el hecho de que la gente siga pasando hambre demuestra que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), "son un auténtico fiasco", porque se centran sólo en logros puramente estadísticos.
El primero de los ocho ODM de Naciones Unidas prevé en 2015 reducir la pobreza y la hambruna a la mitad de la existente en 1990, meta inalcanzable para la gran mayoría de las naciones pobres, considera la propia ONU.
Las esperanzas son mínimas, y los resultados más alentadores los muestran algunas naciones llamadas emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) y otras latinoamericanas, las cuales aplican políticas de desarrollo para disminuir la pobreza.
Sin embargo, la densidad poblacional, los desastres naturales y el alza de precios de los alimentos y combustibles compiten, en ocasiones con la voluntad de algunos gobiernos.
Haití, República Democrática del Congo, Somalia y Níger están en el centro de la tormenta donde la crisis afecta a casi toda la población.
En los últimos años, la tendencia a la emigración del campo a la ciudad ha ido en ascenso y en lugar de progreso, los ex rurales consiguen añadir más números al total de pobres citadinos.
Casi dos mil millones de personas vivían en las urbes en el año 2000 y los expertos prevén que para 2030 esa cifra se habrá duplicado como mínimo, y también con ella el riesgo de padecer hambre.
La interrelación de fenómenos en la naturaleza repercute en cascada en todos los rincones del mundo, el cambio climático afecta a la agricultura y por ello merma la producción de alimentos, cuyos precios suben, ayudados por la mediación especuladora.
Como resultado de los fenómenos climáticos extremos en los últimos 30 años se produjo una caída global de 5,5 por ciento en la producción de trigo y de 3,8 por ciento para el maíz.
Según un reciente informe de la Organización No Gubernamental (ONG) Oxfam Internacional, los precios de los alimentos aumentarán más del doble en los próximos 20 años y la mitad de este incremento será por los efectos del cambio climático.
Hacia 2050 la demanda de nutrientes se incrementará en 70 por ciento, sin embargo descenderá la capacidad para el crecimiento de la producción, considera el informe Cultivar un futuro mejor.
La ONG alerta acerca de que mientras crece la población hambreada, no aumenta el rendimiento de las cosechas. Además, acrecientan las rivalidades por los recursos naturales como la tierra fértil y el agua, en franca escasez global.
También, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico y la FAO avizoran que durante la próxima década los precios reales de los cereales podrían subir hasta en 20 por ciento, y los de la carne hasta en 30, en comparación con el decenio anterior.
La espiral de alza de los comestibles se extiende también al resto de los productos de la cadena alimenticia y sus efectos los sufren millones de personas de los países más pobres, en especial, los de África subsahariana.
Habría que añadir la creciente utilización de tierras cultivables y de enormes cosechas de maíz y otros alimentos como alternativa para producir energía.
Altas temperaturas, elevada concentración de dióxido de carbono, ascenso del nivel del mar, sequías, inundaciones, olas extremas de calor, tsunamis, huracanes y otros fenómenos arrasarán con poblaciones humanas, animales y cosechas.
Mientras, la población crece donde hay más hambre y el pan se ha convertido en migajas.
*Redacción de Temas Globales de Prensa Latina.
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