Existen millones de pobres en el
Perú, que continúan siendo invisibles para las cifras oficiales debido a que la
medición de la pobreza monetaria —método utilizado por las autoridades para
guiar sus políticas públicas— tiene limitaciones, por lo cual no llega a
graficar los verdaderos niveles de pobreza que tiene el país, especialmente en
los sectores rurales. Y estas cifras más reales indicarían que el Estado ha sido
muy lento en reducir la pobreza rural, en comparación con la pobreza en sectores
urbanos.
En su reciente mensaje —al cumplir
un año de gobierno—, el presidente Ollanta Humala afirmó que la pobreza aún
afecta al 27% de la población, es decir, a más de ocho millones de peruanos. Sin
embargo, en las últimas semanas se ha abierto un debate conceptual donde se
plantea la necesidad de incorporar otro tipo de métodos, como por ejemplo, el de
la medición de pobreza multidimensional (ver el Agrodata de esta edición). ¿Cuál
es la mejor forma de medir la pobreza en el país? ¿Por qué se está
invisibilizando a los peruanos pobres de los sectores rurales?
Las limitaciones de la
medición monetaria
«Nosotros siempre nos preguntábamos
por qué las personas no sienten que están mejor que antes a pesar de que las
cifras oficiales dicen que sí. La medición de la pobreza monetaria no reflejaba
el sentir de toda la población. Cuando las personas sienten que esos números no
expresan su situación económica, entonces dichos números empiezan a perder
cierta validez», reflexiona el economista Enrique Vásquez Huamán, investigador
de la Universidad del Pacífico, que recientemente publicó un estudio sobre la
importancia de usar la medición de pobreza multidimensional, a fin de
visibilizar la verdadera cantidad de personas pobres en el país (1).
Pero… ¿qué significa ser pobre
actualmente en el Perú? «En términos de pobreza monetaria significa vivir
—dependiendo de la región— con menos de tres soles diarios, o incluso mucho
menos que eso, especialmente en algunas zonas rurales. En el caso de Lima,
significa vivir con menos de diez soles diarios», manifiesta la economista
Johanna Yancari, investigadora del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), quien
ha realizado varios estudios sobre pobreza en el país. «La pobreza monetaria ha
sido un buen indicador de medición de pobreza a nivel internacional porque nos
ha permitido compararnos con otros países y adoptar medidas directas. Pero en la
situación que tiene el Perú actualmente —con más de diez años de crecimiento
económico—, habría que repensar qué significa ser pobre, más allá de tener
acceso a una determinada cantidad de dinero, porque ser pobre también significa
no tener acceso a agua y desagüe, a educación, a servicios de salud, a
electricidad», opina Yancari.
Un ejemplo de la invisibilización
de los pobres se demuestra mediante el ejercicio de contrastar la pobreza
monetaria del INEI con el cálculo de pobreza multidimensional. «Utilizando
también la base de datos de la Enaho, nosotros encontramos que hay una
diferencia de 3.6 millones de pobres que no estarían siendo visibilizados por el
Estado, porque no los están considerando como personas que están sufriendo
privaciones. En la actualidad, bajo el método de medición de pobreza monetaria,
las políticas de Estado están definidas de manera poco clara», revela
Vásquez.
Esto afecta no solo a los pobres,
sino también a los no pobres. «En la actualidad existe una población que está
alrededor de la línea de pobreza, pero que es muy vulnerable y por eso está
entrando y saliendo constantemente de esta línea», afirma la economista del IEP.
«Para algunas políticas del Estado que usan estas mediciones de pobreza
monetaria, dichas personas, por ejemplo, no serían consideradas pobres.
Entonces, se necesita pensar qué otros factores influyen en la pobreza, como la
salud y la educación, que inciden en el futuro económico de las familias», opina
la economista.
Para Federico Arnillas, presidente
de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza (MCLCP), el problema
reside en que los métodos que se usan para medir la pobreza no son
multidimensionales, sino solo unidimensionales. «Cuando hablamos de pobreza
estamos hablando de una situación en la que se encuentran las personas y tiene
que ver con dimensiones de la vida social, económica, ambiental, etc. La línea
de pobreza no te habla de la cultura o de otras necesidades básicas, como salud
y vivienda, que no están siendo reflejadas por el indicador de pobreza
monetaria», opina Arnillas, quien plantea el uso complementario de otras
mediciones, y de manera más integral.
«Cada metodología tiene un lado
fuerte y uno débil. En el caso de la MCLCP, usamos un método que hemos llamado
“índice del bienestar aparente”, que es el reverso del malestar aparente que es
la pobreza. Nosotros integramos tres mediciones: la de las necesidades básicas
insatisfechas (vivienda, servicios básicos, logros en educación), la del hambre
(medido por déficit calórico aparente) y la de la pobreza monetaria. Cuando
miras los tres indicadores juntos, tienes una mirada integral de la pobreza»,
recomienda Arnillas.
Los intereses políticos
detrás de las mediciones
Una primera interpretación es que
las autoridades gubernamentales prefieren seguir usando el método de pobreza
monetaria porque sus resultados se ven en el corto plazo. El economista Vásquez
explica que «si desde la pobreza multidimensional uno mide la variación, de 2010
a 2011, solamente 21,550 personas han dejado de ser pobres. Pero si uno mide la
variación desde la pobreza monetaria, esas personas aumentan a 790 mil en el
mismo periodo. Si usted está en el campo político, ¿qué indicador utilizaría?
Pues aquel donde se muestren mayores resultados», critica el economista de la
Universidad del Pacífico.
Federico Arnillas explica que la
razón por la que algunos Estados no quieren el método de necesidades básicas
insatisfechas, que usa la MCLCP, es justamente porque los efectos se ven en el
mediano o largo plazo. «Se debe a que toma un tiempo, de meses o a veces de
años. Son cambios más permanentes, más estructurales. Tú no le pones agua a la
gente o no resuelves el hacinamiento de los hogares de la noche a la mañana»,
resalta Arnillas.
Esta opinión es compartida por el
economista Vásquez. «Por ejemplo, el sector rural de la costa, sierra y selva
conforma ámbitos alejados y de un impacto políticamente menor. El cálculo
político hace que la inversión en las zonas rurales tenga una menor prioridad.
Es por eso que la medición de pobreza multidimensional es un compromiso mayor.
Cambiar allí un punto porcentual es mucho más difícil que en la medición
monetaria. La pobreza multidimensional implica cambios estructurales muy
fuertes», dice el economista.
La pobreza rural está
siendo invisibilizada
«La reducción de la pobreza
monetaria rural ha bajado de niveles del 70% a niveles de 62%, de acuerdo con la
nueva metodología. Pero la mayoría de la población rural sigue teniendo tasas de
pobreza monetaria significativas», informa Federico Arnillas. «Si hacemos otros
tipos de medición, la tasa de pobreza es más alta. Incluso, hay algunas
localidades donde no se observa mejora porque no todos los espacios locales o
regionales se han beneficiado igual con el proceso de crecimiento económico que
ha tenido el país en los últimos años», analiza el presidente de la
MCLCP.
Un ejemplo es el caso de Ucayali.
Vásquez explica que «al utilizar la medición de pobreza multidimensional nos
damos cuenta de que el 27.5% de peruanos de esa región no están siendo
visibilizados como pobres. Les están diciendo a ellos: “Tú no eres pobre y por
eso no te estoy llevando la ayuda”. Las regiones de Ucayali, Madre de Dios, San
Martín, Amazonas y Áncash son las que tienen niveles por encima del 20% de
pobres invisibilizados, y esto es preocupante porque se trata de una población
que no está siendo atendida y que es fundamentalmente rural», advierte el
economista.
Con el método de pobreza monetaria
también se invisibilizan las graves secuelas que ocasiona la pobreza en la
población. Para Federico Arnillas, la pobreza es multidimensional y afecta a las
personas a lo largo de su historia personal. «Hoy pueden haber mejorado sus
ingresos, pero las secuelas de un insuficiente aprendizaje no se han corregido
en la persona adulta. Las secuelas de la desnutrición en su infancia, las siguen
llevando en su cuerpo y los daños que se producen son irrecuperables, no solo
físicamente, sino también en la capacidad mental. Esos problemas estructurales
son los que siguen marcando la vida de las personas», opina Arnillas.
Y el problema no solo es la
invisibilización de millones de pobres rurales, sino que también permanece la
brecha de desigualdad entre lo urbano y lo rural, según Johanna Yancari, incluso
viéndolo solo desde pobreza monetaria. «Cuando hablamos de brecha estamos
hablando de las diferencias de ingresos. En las zonas rurales existe,
lamentablemente, la mayor cantidad de población relacionada con actividades
laborales informales, que es de menores ingresos y sin beneficios sociales.
Siempre van a tener un menor pago por jornal de trabajo, que fluctúa entre los
15 a 18 soles, para el hombre, y mucho más crítico para la mujer, que recibe
entre 10 a 12 soles. Eso es una diferencia notable frente a lo que se paga en
zonas urbanas», revela Yancari.
Sin embargo, el uso de otras
mediciones, como por ejemplo la multidimensional, no significa que se va a
reemplazar a la medición monetaria. El economista Vásquez aclara que «lo que se
quiere es enriquecer la mirada de los gestores de la inversión social. Esta
medición multidimensional ya se usa en 109 países. Sin embargo, ningún
ministerio peruano está utilizándola. Con este estudio, la Universidad del
Pacífico trata de decirles al gobierno y a las empresas que practican la
responsabilidad social, que es probable que no hayan diagnosticado adecuadamente
el número de los pobres ni que hayan identificado qué es lo que necesitan. Ese
es el objetivo de nuestra contribución académica», refiere el
economista.
Queda claro que la medición oficial
de la pobreza en el país no debe basarse en la utilización de un único método,
en este caso, el de la pobreza monetaria. Existen otras mediciones que pueden
graficar sus verdaderos alcances, especialmente en sectores rurales. El Midis ha
anunciado que está contemplando otras mediciones, como la de la pobreza
estructural, para afinar las políticas de sus programas sociales. Si bien es
cierto aún existen debates claves —como por ejemplo, la definición conceptual y
estadística sobre lo que significa «lo rural» en el Perú—, el gobierno de
Ollanta Humala debería adoptar la voluntad política de empezar a usar, de manera
oficial, otros métodos de medición que visibilicen la verdadera cantidad de
pobres rurales en el país. Demorar esa decisión pone en riesgo el objetivo de
reducir la pobreza total al 15% para el año 2016.
Nota
1.- «El Perú de los pobres no
visibles para el Estado: la inclusión social pendiente a julio del 2012».
Documento de discusión escrito por Enrique Vásquez y publicado por la
Universidad del Pacífico.
(Artículo de LA REVISTA
AGRARIA - Internet).
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