lunes, 4 de agosto de 2008

EL desperdicio de alimentos en época de crisis



Por Andrés Pascoe Rippey y José Luis Vivero Pol



En América Latina y el Caribe 52 millones de personas pasan hambre y cerca de 9 millones de niños padecen
desnutrición crónica, sufriendo daños irreparables en su desarrollo. A raíz de la actual problemática por el alza del
precio de los alimentos se están desarrollando distintas líneas de trabajo para aumentar la disponibilidad y reducir
su costo. Además de las propuestas “tradicionales”, hay una medida que puede mejorar de forma rápida y eficaz la
disponibilidad total de comida: reducir el desperdicio. Hoy, millones de toneladas de alimentos en buen estado se
desperdician cada día en el planeta.
Datos de la FAO revelan que en México el descuido en el manejo de alimentos representa pérdidas de hasta 20%
entre el productor y el consumidor, principalmente en cereales y frutas, sin contar el desperdicio que se genera a
nivel de hogares, restaurantes y comedores1. Cerca de 40 mil personas podrían alimentarse diariamente si se reciclase
ese alimento. En Brasil, cerca de un 64% de lo que se planta se pierde en la cadena productiva: 20% en la cosecha,
8% en el transporte y almacenamiento, 15% en el procesamiento, 20% en el proceso culinario y hábitos alimentarios.
Se señala que alrededor de 70 mil toneladas de alimentos van a la basura anualmente2.
Las cifras son aún mayores en los países desarrollados. En Gran Bretaña se difundió un estudio3 revelando que se
desperdician cada año más de cuatro millones de toneladas de alimentos. Lo que más se desperdicia son las verduras,
frutas, papas y el pan. Además, la mayor parte de esa comida se va a tiraderos convencionales, en lugar de ser
aprovechada para fertilizante o ingresar en circuitos de bancos de alimentos, comedores populares o producción de
Bioenergía. El gobierno ha lanzado una campaña de sensiblización para reducir este despilfarro.
Estados Unidos es el país del mundo que más desperdicia alimentos. De acuerdo con un estudio de la Universidad
de Arizona, entre el 45 y el 50% de todos los alimentos cosechados se pierden anualmente antes de ser consumidos4.
El estudio también señala que esta comida podría servir para cubrir todas las necesidades de los desnutridos de ese
país, en el cual 4.6 millones de hogares padecen de grave inseguridad alimentaria5, lo cual implica literalmente pasar
hambre. Datos oficiales de EE.UU. señalan que cada año 45 millones de toneladas de alimentos se pierden en alguna
parte de la cadena de consumo.
La rEsponsaBiLidad dE cada Uno
Este enorme desperdicio indica que se compra mucho más de lo que realmente se consume, subrayando el exceso de
demanda o “demanda ficticia” en las necesidades energéticas de la población. Una gran cantidad del desperdicio de
comida es resultado de la falta de conciencia de los consumidores: en el proceso de preparación de los alimentos caseros
se dejan de lado muchos comestibles en perfecto estado. Estudios señalan que un 14% de los productos comprados en
EE.UU. terminan en la basura sin haber sido abiertos, y lo mismo pasa con el 20% de la comida en Brasil.
Por otro lado, la pérdida de los conocimientos tradicionales de cocina fomenta el uso poco cuidadoso de los
alimentos. Se ha desmotivado el reciclaje de la comida, en parte debido a un exceso de “cultura de consumo rápido”:
no sabemos adquirir alimentos de forma responsable y planificada. Sectores sociales han respondido al escandaloso
desperdicio que se genera. Un caso notable es el de los autodenominados “freegans”. Son personas que, por elección,
se alimentan hasta en un 80% de comida recuperada de basureros de restaurantes o tiendas, en particular panaderías6.
Estos “comedores de basura” buscan crear conciencia sobre el desperdicio y boicotear a la sociedad de consumo.


Los cosTos EconóMicos
El estudio de la Universidad de Arizona asegura que con una corrección parcial de este desperdicio se podrían ahorrar
miles de millones de dólares cada año. Este ahorro podría impactar, incluso, en el alza en el precio de los alimentos,
ya que un incremento de productos en el mercado mitigaría el aumento de los costos. Los estudios señalan que una
familia promedio en Estados Unidos tira a la basura unos 600 dólares mensuales en comida. En Gran Bretaña, más de
15 mil 500 millones de dólares en alimentos se pierden cada año debido a mal manejo, unos 256 dólares por cada
habitante del Reino Unido.
El problema del desperdicio genera costos en tres niveles: pérdida económica para las familias que compran alimentos
que no consumen; costo en procesamiento de basura que esos desperdicios generan, y costo para el medio ambiente
por contaminación.
aLTErnaTiVas
Uno de los sistemas de aprovechamiento más común de la comida en buen estado son los Bancos de Alimentos.
Desde hace décadas, estos servicios de recolección de alimentos (en general no perecedera) desechada por los
supermercados apoyan a las comunidades vulnerables con su redistribución. La Iniciativa América Latina y Caribe
sin Hambre (ALCSH)7 contribuye al desarrollo de estos bancos y promueve las leyes que favorezcan el proceso de
donación de alimentos (conocidas como “del buen samaritano”). Adicionalmente, fomenta cambiar la visión de
los desperdicios alimentarios como basura para verlos como subproductos con valor económico y externalidades
medioambientales positivas. En este sentido, los municipios son los actores clave para establecer regulaciones y
proveer facilidades para reducir el desperdicio alimentario y fomentar su reutilización.
Es fundamental atacar el problema del desperdicio desde tres variables distintas:
1. desperdicio en la producción
a) Extender las buenas prácticas agrícolas y el desarrollo de métodos de conservación y transporte para reducir
las perdidas.
b) Promover la compra de productos locales, tanto los que proceden de agricultura familiar y huertos urbanos,
como los de la agricultura de la zona, pues estos productos llegan más frescos al consumidor.
c) Optimizar la cadena de agrocomercialización para poder usar los alimentos que se estropean o deterioran
como fertilizantes orgánicos, alimento para animales, aceites esenciales o fibras de empaque.
2. desperdicio en la venta
a) Favorecer los Bancos de Alimentos para reutilizar los alimentos que salen de la cadena comercial, aprobando
marcos legales y estímulos fiscales.
b) Desarrollar bancos de compostaje municipal que utilicen los desperdicios de mercados de abasto a gran
escala y que recojan subproductos de empresas agroprocesadoras.
3. desperdicio en el consumo
a) La Iniciativa ALCSH busca sensibilizar a los y las cocineras caseras sobre el buen uso y cuidado de los
productos que utilizan, a través de esfuerzos como Chefs contra el Hambre8.
b) Fomentar el desarrollo de composta casera9 para reciclar la materia orgánica y fertilizar huertas familiares.
c) Revalorar la “Cocina de Reciclaje”, reduciendo el desperdicio alimenticio mediante cursos de cocina para
darle un uso creativo a los alimentos de días anteriores.
d) Campañas de comunicación para sensibilizar sobre la necesidad de reducir el desperdicio: sistemas de “best
buy” (mejor valor alimenticio y mayor inocuidad por menor precio), guarda de alimentos en forma correcta,
técnicas de conservación de alimentos tradicionales, entre otras opciones.
e) Informar sobre como incorporar alimentos alternativos a la dieta y fomentar un uso creativo de los
ingredientes existentes.
7 Más información sobre la Iniciativa en http://www.rlc.fao.org/iniciativa/
8 Más información sobre Chefs Contra el Hambre: http://www.rlc.fao.org/iniciativa/chefs.htm
9 http://em.iespana.es/manuales/manuales.html
Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación
Oficina Regional para América Latina y el Caribe
iniciativa américa Latina y caribe sin Hambre
Observatorio del Hambre
Av. Dag Hammarskjöld 3241, Vitacura, Santiago de Chile
Tel.: (56 2) 923 2100 e-mail: RLC-iniciativa@fao.org
www.rlc.fao.org/iniciativa/obdh.htm
con el apoyo financiero de
aecid

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