
Por Ramón Barreras Ferrán
No es el tono de sus documentos habituales. Pero no les queda otra alternativa. El mundo se desmorona, y aunque ellos pretendan no sentirlo, están dentro de él y ya no encuentran fórmulas para justificar los desastres. Y el alza de los precios de los alimentos en el mercado internacional, muchos de ellos de primera necesidad, no puede silenciarlo, ni ocultarlo, ni justificarlo.
Nada más y nada menos que el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los dos mayores tentáculos económico-financieros del mundo capitalista unipolar y dominante (el otro es el conocido Banco Mundial) acaba de reconocer en su último boletín que “algunos países se encuentran casi al filo de la navaja por la escalada de los precios”, de acuerdo con estudio realizado por sus expertos.
A la vez advierte que las naciones pobres son las más damnificadas por el encarecimiento de los alimentos y del petróleo. ¡Vaya descubrimiento! Pero, no reconocen en modo alguno que ése es el resultado del actuar económico de los países altamente desarrollados y de sus transnacionales.
Como siempre acostumbra a hacer, el FMI dicta sus recetas: “En base a un análisis de los retos macroeconómicos que plantea el alza de los precios, el estudio sostiene que muchos gobiernos tendrán que ajustar sus políticas ante el shock de precios y que la comunidad internacional deberá a contribuir a solucionar este problema mundial”. También sostiene que para los gobiernos de los “países avanzados” y los bancos centrales es ahora más difícil apuntalar el crecimiento y al mismo tiempo frenar la inflación.
Y al parecer ahora se da cuenta que “en las economías emergentes –y sobre todo en algunos países de bajos ingresos- hay mucho más en juego. Para las poblaciones muy pobres, la carestía de los alimentos puede desembocar en indigencia, hambre y desnutrición”. Así de sencillo. Los especialistas que hicieron el estudio por encargo del FMI hablan en futuro, como si la indigencia, el hambre y la desnutrición no pulularan en el mundo ni se haya acrecentado con el alza desmedida de los precios.
Ellos apelan al espíritu de cooperación. ¿De quienes? Pues los presidentes de las naciones más poderosas del mundo acaban prácticamente de reunirse en Japón, banquete con cientos de platos por medio, para analizar el tema del hambre y el aumento de los precios, sobre todo en África, y nada acordaron en concreto.
¿Qué hará el Fondo Monetario Internacional? El reporte del estudio no lo dice. Pero imagino que como siempre, precisará de los gobiernos plegados a ellos –y que son muchos por cierto en el mundo- a elevar los impuestos, sin distinción de niveles de ingreso; despedir trabajadores y lanzarlos a la calle para fortalecer las economías y asegurar las compras en el mercado internacional, precisamente el mismo que hace cada día más ricos a los ricos y más pobres a los países pobres.
Ya se habla de que el número de personas que pasan hambre todos los días en el mundo tendrá un incremento inmediato de unos 70 millones, por encima de los 854 millones que viven en esa precaria situación. Sin embargo, de eso nada se dice en los círculos políticos capitalistas y en los medios de comunicación masiva.
Por estos días la pandemia del SIDA, sin embrago, acapara la atención del mundo de la comunicación, aunque las cifras de personas infectadas son notablemente inferiores a la de los indigentes, pobres y desnutridos. ¿Será porque los ricos, los poderosos, los dueños de los medios y las empresas sí están amenazados por el VIH, porque ni el dinero puede frenarlo?
El hecho de que el FMI, trate al menos en esos términos el problema del alza de los precios es un paso de avance en el reconocimiento tácito de un fenómeno de escala universal que es tan peligroso como la creciente carrera armamentista. Detrás de cada uno de esos fenómenos hay demasiado poderío económico, porque aunque dañe a muchos, a algunos pocos les convienen demasiados y les llenan las arcas.
No es el tono de sus documentos habituales. Pero no les queda otra alternativa. El mundo se desmorona, y aunque ellos pretendan no sentirlo, están dentro de él y ya no encuentran fórmulas para justificar los desastres. Y el alza de los precios de los alimentos en el mercado internacional, muchos de ellos de primera necesidad, no puede silenciarlo, ni ocultarlo, ni justificarlo.
Nada más y nada menos que el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los dos mayores tentáculos económico-financieros del mundo capitalista unipolar y dominante (el otro es el conocido Banco Mundial) acaba de reconocer en su último boletín que “algunos países se encuentran casi al filo de la navaja por la escalada de los precios”, de acuerdo con estudio realizado por sus expertos.
A la vez advierte que las naciones pobres son las más damnificadas por el encarecimiento de los alimentos y del petróleo. ¡Vaya descubrimiento! Pero, no reconocen en modo alguno que ése es el resultado del actuar económico de los países altamente desarrollados y de sus transnacionales.
Como siempre acostumbra a hacer, el FMI dicta sus recetas: “En base a un análisis de los retos macroeconómicos que plantea el alza de los precios, el estudio sostiene que muchos gobiernos tendrán que ajustar sus políticas ante el shock de precios y que la comunidad internacional deberá a contribuir a solucionar este problema mundial”. También sostiene que para los gobiernos de los “países avanzados” y los bancos centrales es ahora más difícil apuntalar el crecimiento y al mismo tiempo frenar la inflación.
Y al parecer ahora se da cuenta que “en las economías emergentes –y sobre todo en algunos países de bajos ingresos- hay mucho más en juego. Para las poblaciones muy pobres, la carestía de los alimentos puede desembocar en indigencia, hambre y desnutrición”. Así de sencillo. Los especialistas que hicieron el estudio por encargo del FMI hablan en futuro, como si la indigencia, el hambre y la desnutrición no pulularan en el mundo ni se haya acrecentado con el alza desmedida de los precios.
Ellos apelan al espíritu de cooperación. ¿De quienes? Pues los presidentes de las naciones más poderosas del mundo acaban prácticamente de reunirse en Japón, banquete con cientos de platos por medio, para analizar el tema del hambre y el aumento de los precios, sobre todo en África, y nada acordaron en concreto.
¿Qué hará el Fondo Monetario Internacional? El reporte del estudio no lo dice. Pero imagino que como siempre, precisará de los gobiernos plegados a ellos –y que son muchos por cierto en el mundo- a elevar los impuestos, sin distinción de niveles de ingreso; despedir trabajadores y lanzarlos a la calle para fortalecer las economías y asegurar las compras en el mercado internacional, precisamente el mismo que hace cada día más ricos a los ricos y más pobres a los países pobres.
Ya se habla de que el número de personas que pasan hambre todos los días en el mundo tendrá un incremento inmediato de unos 70 millones, por encima de los 854 millones que viven en esa precaria situación. Sin embargo, de eso nada se dice en los círculos políticos capitalistas y en los medios de comunicación masiva.
Por estos días la pandemia del SIDA, sin embrago, acapara la atención del mundo de la comunicación, aunque las cifras de personas infectadas son notablemente inferiores a la de los indigentes, pobres y desnutridos. ¿Será porque los ricos, los poderosos, los dueños de los medios y las empresas sí están amenazados por el VIH, porque ni el dinero puede frenarlo?
El hecho de que el FMI, trate al menos en esos términos el problema del alza de los precios es un paso de avance en el reconocimiento tácito de un fenómeno de escala universal que es tan peligroso como la creciente carrera armamentista. Detrás de cada uno de esos fenómenos hay demasiado poderío económico, porque aunque dañe a muchos, a algunos pocos les convienen demasiados y les llenan las arcas.
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