martes, 11 de diciembre de 2012

Cruzada contra el hambre

La Cruzada contra el Hambre anunciada como una de las primeras acciones del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto enfrenta el reto de atender con urgencia a 11 millones de personas que en el México del siglo XXI sufren de la carencia de lo más elemental: alimentación para la subsistencia.


Los datos son contundentes. De acuerdo a cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) 10.4 por ciento de la población de nuestro país padece de pobreza extrema. Una pobreza multifactorial que los lleva a la extrema condición de sufrir hambre.

Los pobres entre los pobres se encuentran de manera preponderante en zonas rurales y la condición de miseria parece atávica a las personas de origen indígena en México. Hay lugares donde falta de todo: trabajo, salud, justicia… donde persiste el hambre pese a los 730 mil 581 millones de pesos gastados por el anterior gobierno en programas sociales. Sorprende que de esos programas sólo cinco se enfocaran a abatir el rezago alimentario de forma directa, con una inversión de 67 mil millones 900 pesos.

De los municipios habitados por personas de origen indígena, 83 por ciento son clasificados como de alta o muy alta marginación. En los poblados y caseríos de esos municipios se cuenta con menos de 50 pesos diarios para la subsistencia y, en promedio, apenas se alcanzan cuatro años de escolaridad.

Pero la pobreza no sólo anida en las lejanías de Chiapas, Oaxaca o Guerrero. El mapa de la miseria se extiende también por las más importantes ciudades del país, por ejemplo el Distrito Federal. De acuerdo a datos de la Secretaría de Finazas del Gobierno del DF, en la Ciudad de México un millón de personas se encuentran en situación de pobreza. Más de la mitad de esas personas carecen de servicios de salud. Por lo menos 280 mil no disponen del servicio de agua entubada dentro de su vivienda y viven en condiciones de hacinamiento. Más de 250 mil personas de ese ejército de pobres carece de refrigerador y medio millón no dispone de lavadora. El mapa de la miseria alcanza en el DF las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tlalpan y Álvaro Obregón.

Una de las principales causas de que los recursos de los programas destinados a abatir la pobreza (730 mil millones de pesos gastados por el gobierno federal en 273 programas sociales) no hayan generado mejores condiciones de vida es el clientelismo político.

El “Inventario de Programas y Acciones federales de desarrollo 20011”, elaborado por Coneval, asienta: “Varios programas pueden resolver problemas concretos de la población, pero debido a que no siempre se cuenta con información clara y transparente sobre los resultados, habrá que analizar la posibilidad de un uso político de los mismos”.

EL CAMPO ABANDONADO; ALIMENTOS AL ALZA

Tras de la penuria del hambre está el aumento de los precios de alimentos básicos. La canasta básica alimentaria incrementó su costo en 4.98 por ciento, mientras que la inflación acumulada en los últimos meses ha crecido 1.38 por ciento, según el Coneval.

La importación de alimentos ante las condiciones de abandono en que se encuentra buena parte del agro mexicano ha generado un déficit de dos mil millones de dólares en la balanza alimentaria. Estas compras externas generan dependencia económica y política. El 74 por ciento del comercio agroalimentario realizado en los últimos seis años, de acuerdo a información de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) se realizó con Estados Unidos.

El 30 de octubre se presentó el Sistema de Información de Comercio Exterior del Sector Agroalimentario, y en esta reunión Ernesto Fernández, entonces subsecretario de Alimentación y Competividad afirmó: “Terminamos con un déficit menor en comparación con años anteriores, esperamos que el ritmo de las exportaciones sea elevado, que las importaciones disminuyan y que en algún momento vuelvan a cruzarse esos indicadores para terminar con el déficit”.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó un incremento de 4.77 por ciento en el precio de alimentos al consumidor en el pasado mes de septiembre, lo que representa el mayor incremento en su precio desde marzo de 2010. En los productos agropecuarios, así como en gas LP y en gasolinas, se dan los mayores aumentos de precio reportados en el sexenio.

En el Análisis Mensual de Productos Básicos se precisa también el incremento anual sufrido por productos agropecuarios, el que alcanzó un alza en promedio de 17. 7 por ciento. El incremento en algunos productos en los últimos 12 meses expone claramente las condiciones de lo que puede considerarse al mercado de la subsistencia con productos ya inalcanzables para muchos mexicanos. El costo del huevo se incrementó en 40.1 por ciento, el de pollo 13.40 por ciento, la carne de res tuvo un alza en su precio 16.55 por ciento, la de cerdo de 9.55 por ciento y el pescado incrementó en 11.73 por ciento su precio de venta al público.

El problema del campo es estructural. De acuerdo a datos del INEGI, 3.3 millones de lo que pueden considerarse unidades de producción agrícola en el país, son minifundistas que cultivan en extensiones de cinco hectáreas o menos. El sistema de producción es en pequeña escala y con base a la organización familiar del trabajo. Cinco millones de ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios hacen por la vida en el campo mexicano. La pobreza es una cruda realidad para ellos y sus familias. Medio millón de hogares campesinos sobreviven con menos de un salario mínimo, pues cultivan pequeñas extensiones de tierra y todas de temporal.

El campo se encuentra entonces en la ruina, y para constatarlo hay datos de sobra: la superficie sembrada de maíz diminuyó un millón de hectáreas en un lapso de poco menos de 10 años, de 1997 a 2008. Y a lo largo de los primeros cuatro años del gobierno que recién finalizó se importaron anualmente 20 mil millones de dólares de alimentos para suplir las carencias de la producción nacional.

DESEMPLEO Y PRECARIEDAD

Otra de las causas de la multiplicación del hambre y la proliferación de la pobreza es el creciente desempleo. Cuatro de cada 10 mexicanos en edad laboral sufren la carencia de un empleo regular. Esta dramática cifra se mantiene desde 2007, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Trayectorias Laborales elaborada por el INEGI. Además, de aquellos que cuentan con empleo, 10 por ciento gana menos de un salario mínimo al día y 64.5 por ciento percibe tres minisalarios, lo que está muy lejos de cubrir las necesidades básicas de una familia. En cuanto a los 48 millones de mexicanos que cuentan con empleo, poco más de 14 millones lo tienen porque laboran en el sector informal.

Otra condición que define a la pobreza en nuestro país, expresión de problemas de fondo como la crisis del empleo y la falta de oportunidades, es la desigualdad. Mientras la economía de México es catalogada entre las primeras 20 en el mundo, ocupa el lugar 58 en cuanto a la distribución por ingreso, de acuerdo a un estudio elaborado por el Fondo Monetario Internacional.

Información proveniente de los reportes de Desarrollo Humano de la ONU indican que México ocupa el lugar 103 de 126 países estudiados en cuanto a la brecha de ingresos: en 10 por ciento de los hogares mexicanos se concentra el 39 por ciento de los ingresos. La desigualdad en nuestro país es similar a la que existe en países centroamericanos como Honduras y El Salvador, o en países africanos como Nigeria.

La información incluida en el más reciente Índice de Desarrollo Humano en México, realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) no es alentadora. “Entre 2008 y 2010 se amplió la brecha en el Índice de Desarrollo Humano”.

Las desigualdades entre población rural y urbana, entre hombres y mujeres, entre indígenas y no indígenas, no sólo se ha mantenido, sino que en el caso de apartadas comunidades de estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, se ha incrementado.

Desigualdad

- Datos conservadores de Coneval señalan que por lo menos 500 mil hogares en el país no fueron atendidos por el Programa Oportunidades (principal esquema de los gobiernos panistas, para la atención de la pobreza), por ubicarse en zonas aisladas, donde la atención tendría que haber sido urgente e imprescindible.

(Tomado de Milenio-Internet)

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